viernes, 14 de octubre de 2016

Los vacíos y presunciones de H. C. F. Mansilla en su crítica al indianismo

Carlos Macusaya Cruz

A finales del mes de julio de este año (2014), Hugo Celso Felipe (H. C. F.) Mansilla presentó un libro titulado Una Mirada Crítica al Indianismo y a la Descolonización, en el cual se encuentra un acápite referido al indianismo de Fausto Reinaga. Entre los elementos deleznables de ese libro (que cuenta también con aportes notables), me detendré solamente en lo que se refiere a Fausto Reinaga. Previamente, es “curioso” que personajes como David Choquehuanca, Rafael Bautista, Fernando Huanacuni o Raúl Prada, entre otros célebres pachamamistas, omitan cualquier referencia al indianismo o a Fausto Reinaga cuando se refieren a los “pueblos indígenas” o la “descolonización”, mientras que Mansilla, alguien de “derecha” y q’ara, sí se refiere a lo que los pachamamistas omiten. Mansilla demuestra así mayor conocimiento y dominio del tema (y también mayor honestidad intelectual) que los “descolonizadores” del “proceso de cambio”. Sin embargo, ese dominio y honestidad parecen relativos, pues, a mi parecer, la crítica de Mansilla deja mucho que desear.

La preocupación que guía el trabajo de Mansilla es la descalificación del adversario, hasta llegar a la caricatura. Siendo el indianismo una corriente que ha dado varios materiales y expositores, deja de lado aquello y aquellos que en el indianismo pueden obstaculizar su afán por descalificar y se dedica, casi exclusivamente, a resaltar los aspectos que le conviene en función de su objetivo final. Por tal razón alude a la forma que el pasado es idealizado o al antioccidentalismo indianista, cuando, salvo “tímidamente”, no evoca la realidad que el indianismo trata de explicar y transformar. ¿Mansilla no es, pues, tan ético, como afirman sus aduladores? En todo caso su conocimiento es muy limitado con respecto al tema que trata.

Por ejemplo, no logra diferenciar adecuadamente las etapas del pensamiento de Fausto Reinaga. Considera que los trabajos anteriores a la etapa indianista de Reinaga “no son de gran interés para comprender la filosofía indianista”[1] y que la etapa amáutica se “...trata, en realidad, de la acentuación de algunos de los rasgos centrales del periodo indianista”[2]. Mansilla incurre en dos errores fundamentales: 1) confundir la etapa indianista con la amáutica, considerando a esta última como una simple variante de la anterior y 2) desechar los trabajos anteriores al indianismo. De esta manera artificial y alevosamente aísla en la producción del autor indianista aquello que le sirve solamente para intentar demolerlo.

En realidad, el pre-indianismo (1940-1960) de Reinaga es el que prefigura su indianismo (1964-1971), lo que puede evidenciarse en la siguiente frase, extraída de un trabajo de Fausto Reinaga de 1956, antes de hacerse indianista:

“En los desfiles se pone de manifiesto la escandalosa selección racial. Los jefes militares que presiden los desfiles son gente de pigmento blanco, y la tropa es una tropa india… Las gentes menos avisadas, pero ajenas al país se percatan al instante de esta dominación no solo de una clase, sino de una raza por otra… Sin exagerar, el ejército de Bolivia parece un ejército colonial de Indochina o de algún punto del Sahara, donde mandaban o gobiernan aún las ‘fieras rubias’ de Francia, España o Inglaterra. Esto es que la leva es negra, morena o india y los jefes oficiales gente de metrópoli, rubia”[3].

La cita es por demás clarificadora. Reinaga ya veía el problema del “indio” antes de ser indianista, pero no tenía claro la importancia de este tema, como tampoco expresaba aún la necesidad de una organización de carácter político y propia del sujeto racializado, lo que es algo muy característico de su etapa indianista y de la que H. C. F. Mansilla no dice nada. El periodo “pre-indianista” de Reinaga es importante, pues en ese periodo se puede rastrear rasgos de su pensamiento indianista pero que aún no están clarificados en términos políticos, lo que en el indianismo tiene que ver con los fiascos de la “revolución nacional”.

Respecto al pensamiento amáutico de Reinaga, o su periodo post-indianista (1974-1991), éste surge en un tiempo en él no sólo era rechazado por los “q’aras” sino también por las organizaciones indianistas. Lejos de la intencionalidad de sola crítica antioccidental que Mansilla presta al indianismo, en esta corriente el problema fundamental es que el “indio” logre forjar un Estado nación y ponga fin a la yuxtaposición social entre las “dos Bolivias”. Es pues un planteamiento político que para Fausto Reinaga, en su decadencia amáutica ya no es central, en cuando ya no interpela al sujeto racializado, sino que se deriva a otros actores, por ejemplo la institución militar y a los “occidentales”. En consecuencia, su pensamiento debe alterarse. En el “pensamiento amáutico”, el indio deviene una entidad abstracta y al margen del ser histórico social. Y como entidad abstracta, puede “encarnarse en cualquier raza”. Esta encarnación ya no tiene la obligatoriedad de resolver el problema colonial, sino el de “salvar a la humanidad”. Me animo a decir que la etapa amáutica no es una variante del indianismo, sino que se trata de un escape de Reinaga de la realidad socio-política del “indio” —en circunstancias en las que él era rechazado no sólo por los “q’aras” sino también por los “indios”— y de un refugio en ideas con muy buenas intenciones, pero sin contenido sustancial.

Al no diferenciar claramente el indianismo (1964-1971) del pensamiento amáutico (1974-1991) de Reinaga, Mansilla lanza una afirmación falsa, pues dice: “En su etapa indianista Reinaga llega a la conclusión central de que todo el pensamiento occidental desde Sócrates a Marx representa una sola lógica de dominación basada en la mentira y el crimen”[4]. Reinaga en su etapa indianista crítica a los marxistas bolivianos y a su “ideología marxista-leninista mestiza[5] —nótese el sentido racializado— y no tanto a Marx o a su ideología en sí. Incluso da valor a esa ideología cuando afirma que un “marxista en Bolivia, v.gr. tiene que ser por lo menos autóctono, nacional; y no una copia o ‘robot’ ruso, chino o cubano”[6]. Es en su etapa amáutica que Reinaga se estrella, sin argumentación teórica, contra el pensamiento de Marx.

Por otra parte, Mansilla piensa que las concepciones indianistas “no son posiciones democráticas ni pluralistas”[7]. No debemos olvidar que en los años en que emerge el indianismo los “indios” fueron incluidos” como “campesinos” y podían elegir, pero no estaban entre los elegidos ¿eso era algo democrático? El indianismo surge en forma de partido, entre otras cosas, por el carácter no democrático de la política en Bolivia. Fue muy lucida la idea de organizar un partido indio en un espacio social racializado y fueron las organizaciones indianistas —como también las kataristas— quienes lograron sentar bases para democratizar la “democracia”. La crítica indianista no es antidemocrática por sí misma, sino que está condicionada por el funcionamiento racista de la “democracia”, algo que no menciona el señor Mansilla.

No se puede dejar de lado la forma en que el orden social se reproduce en sentido racializado, aspecto que es central en la lectura indianista, pero que no tiene lugar en la crítica de Mansilla, quien incluso plantea que Reinaga expresa “sus sufrimientos personales y los de su pueblo”[8]. Esto parece ubicar el problema en un ámbito sicológico individual: la cosa es problema de Reinaga; pero también en una especia de problema sicológico colectivo de los “indios”: problema de “su pueblo”, el pueblo de Reinaga. Lo que acá se produce es un desplazamiento que opera en función de hacer ver un problema sólo como propio de los aludidos, Reinaga y su pueblo; pero del que es ajeno quien alude al mismo, en este caso, Mansilla. Como si el indianismo no expresara una relación social racializada, en la que los no “indios” también tienen mucho que ver.

Sin embargo, como tratando de no obviar el papel de los “otros” con respecto al “indio”, Mansilla dice que los “indígenas” “han sido víctimas del odio y la violencia de los mestizos y blancos, pero asimismo han sido humillados —o se sienten así— en los último siglos por ser perdedores de un desarrollo histórico que se basa ahora en la ciencia y la tecnología occidentales”[9]. El asunto es, para este autor, cuestión de perdedores que se sienten humillados, asunto de resentidos en el que nada tienen que ver las condiciones sociales, históricas, económicas y políticas.

La forma en que H. C. F. Mansilla no percibe la importancia de los factores que originan al indianismo puede comprenderse si nos remitimos a otro de sus trabajos, donde se refiere a lo que según él valoran los no indígenas y los “indígenas”. En el caso de los primeros: “Valoración de la persona: de acuerdo a su desempeño individual y sus ingresos, aunque el origen social-geográfico y la proveniencia por estrato sigue jugando un cierto rol importante”[10] y en el caso de los segundos: “Valoración de la persona: de acuerdo a su proveniencia étnica y geográfica”[11]. Mansilla expresa en un lenguaje “diplomático”, algo que muchos otros de su casta dicen sin su elegancia y sus ambages: “los racistas son los indígenas, nosotros sólo un poquito...”.

La valoración racista por procedencia étnica es —según él— un rasgo “indígena”, “premoderno”. En el caso de los “blancos” no sucede así, sino simplemente, por decirlo de un modo sugestivo, se trata de: “solamente la puntita”, pero sabemos que eso de solamente la puntita no es verdad, siempre se va más allá. Esto es llamativo, porque Masilla no logra articular una explicación en la que los “indígenas” y los “otros” sean considerados en sus relaciones dinámicas.

El indianismo de Reinaga sería “un pensamiento que está basado en sus experiencias personales de discriminación y de sufrimiento y en sus reflexiones en torno a terribles avatares de los indígenas de tierras altas”[12]. Empero, la forma en la que Mansilla entiende las valoraciones entre los “no indígenas” también está basada en sus experiencias personales, por lo que no puede ir más allá de las limitaciones de sus vivencias. Es por tal razón que cree que su casta valora según el desempeño individual y los ingresos, pero cuando los “no indígenas” y sus otros se relacionan, el desempeño individual y los ingresos pasan a segundo plano. Si fuera cierto lo que dice Mansilla deberían ser normales los matrimonios entre indígenas y no indígenas. Pero esto no es así, pues los “q’aras” valoran al “indo” independientemente de saber sobre su desempeño individual o sobre sus ingresos, porque eso es algo que suponen o creen ya saber[13].

Consideremos que la valoración es muy importante en la elección de parejas y ello tiene que ver con la formación de las castas. La importancia del tema de la reproducción del orden social en forma de castas es expresado por Fausto Reinaga de forma muy sencilla, pero a la vez clara y contundente: “¿Cuándo y dónde un Ballivián se ha casado con una Juana Apaza; o un Mamani con una Paz Estensoro?”[14]. Reinaga hace notar algo que, en realidad, es una observación básica. Formula una pregunta muy importante respecto a la dinámica de las relaciones sociales racializadas y las alianzas matrimoniales en este país, pero este tema no tiene cabida en la forma en que Mansilla entiende el asunto.

No puedo entrar en mayores detalles por razones de espacio, pero debo decir que en estos tiempos es muy importante reflexionar críticamente sobre el indianismo en general, y en particular sobre la obra de Reinaga[15]. En ese entendido el trabajo de Mansilla es destacable, sin embargo, se nota que no conoce del tema, lo que resta valor a su trabajo. Además, su inclinación por la descalificación, hace que su ensayo carezca de un balance serio sobre el asunto. En general, en su crítica, Mansilla no logra percibir —o no quiere hacerlo— que el indianismo de Reinaga apunta al carácter racializado del orden social en Bolivia. Además, no puede diferenciar adecuadamente el indianismo de las otras etapas del pensamiento de Reinaga, lo que lo lleva a dejar varios aspectos importantes, pero también a confundir otros. No percibe la importancia de las ideas y acciones indianistas en la democratización de la democracia en Bolivia y deja de lado el contexto en el que el indianismo emerge.

La frase con que Mansilla termina su análisis del indianismo es muy llamativa: “para comprender adecuadamente cualquier realidad sociopolítica no necesitamos simplificaciones y sí un análisis crítico exhaustivo de la realidad”[16]. Pero Mansilla no hace “un análisis crítico exhaustivo” sobre el asunto; es más, su trabajo es una simplificación que no contribuye a “comprender adecuadamente” el tema de análisis y menos aún, la “realidad sociopolítica” en la que el indianismo emerge y se posiciona. En síntesis, el análisis de H. C. F Mansilla sobre el indianismo es simplificador y carece de exhaustividad.



Nota: artículo publicado originalmente en el Pukara nº 97.
[1] H. C. F. Mansilla, Una mirada crítica al indianismo y a la descolonización, Rincón Ediciones, La Paz-Bolivia, 2014, p. 116.
[2] Ibid., p. 129.
[3] Fausto Reinaga, Franz Tamayo y la Revolución boliviana, Editorial Casegural, La Paz-Bolivia, 1956, p. 106-107.
[4] Mansilla, op. cit., p. 118.
[5] Fausto Rei naga, Tesis India , Impresiones Wa-Gui, La Paz-Bolivia, 2006, p. 67. Resaltado en el original.
[6] Fausto Reinaga, La Revolución India, Impresiones Wa-Gui, La Paz-Bolivia, 2007, p. 115. “el marxismo crea, no copia; es método, no dogma de slogan…”. Ibid.
[7] Mansilla, op. cit., p. 108.
[8] Ibid., p. 112.
[9] Ibid., p. 114.
[10] H. C. F. Mansi ll a, El carácter conservador de la nación boliviana, Editorial El País, 2da edición, Santa Cruz-Bolivia, 2010, p. 95.
[11] Ibid., p. 100.
[12] H. C. F. Mansilla, Una mirada crítica al indianismo y a la descolonización, p. 117.
[13] Muchas personas de pi el clara, esperan ser tratados como “caballeros” por los “indígenas”, sin importar su condición económica o formación intelectual. Esperan ser valorados por un imaginado “li naje”, algo muy medieval. Contrariamente, un aymara que tiene “plata” espera ser valorado por su dinero, y cuando esto no sucede, suele decir en tono molesto: “tengo plata carajo”. El ser valorado por el dinero es un rasgo moderno. En muchos aspectos los “indígenas” son más modernos que los “q’aras”, y hasta son quienes están modernizando Bolivia.
[14] Fausto Reinaga, La Revolución India, p. 53. “En esta Bolivia mestiza se instaura un culto a la piel blanca”. Ibid., p. 180.
[15] Con las disculpas del caso, remito a los interesados a ver mi ensayo Desde el sujeto Racializado. Consideraciones sobre el pensamiento indianista de Fausto Reinaga, Ediciones MINKA, La Paz-Bolivia, 2014;  disponible en: http://grupo-minka.blogspot.com/2014/12/desde-el-sujeto-racializado.html
También véase Del indianismo al pensamiento amáutico. La decadencia de Fausto Reinaga, Ediciones MINKA, La Paz-Bolivia, 2015; disponible en: http://grupo-minka.blogspot.com/2015/05/del-indianismo-al-pensamiento-amautico.html
[16] H. C. F. Mansilla, Una mirada crítica al indianismo ya la descolonización, p. 115.

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