Carlos Macusaya Cruz
A finales del mes de julio de
este año (2014), Hugo Celso Felipe (H. C. F.) Mansilla presentó un libro
titulado Una Mirada Crítica al Indianismo y a la Descolonización, en el
cual se encuentra un acápite referido al indianismo de Fausto Reinaga. Entre
los elementos deleznables de ese libro (que cuenta también con aportes
notables), me detendré solamente en lo que se refiere a Fausto Reinaga.
Previamente, es “curioso” que personajes como David Choquehuanca, Rafael
Bautista, Fernando Huanacuni o Raúl Prada, entre otros célebres pachamamistas,
omitan cualquier referencia al indianismo o a Fausto Reinaga cuando se refieren
a los “pueblos indígenas” o la “descolonización”, mientras que Mansilla,
alguien de “derecha” y q’ara, sí se refiere a lo que los pachamamistas omiten.
Mansilla demuestra así mayor conocimiento y dominio del tema (y también mayor
honestidad intelectual) que los “descolonizadores” del “proceso de cambio”. Sin
embargo, ese dominio y honestidad parecen relativos, pues, a mi parecer, la
crítica de Mansilla deja mucho que desear.
La preocupación que guía el
trabajo de Mansilla es la descalificación del adversario, hasta llegar a la
caricatura. Siendo el indianismo una corriente que ha dado varios materiales y
expositores, deja de lado aquello y aquellos que en el indianismo pueden
obstaculizar su afán por descalificar y se dedica, casi exclusivamente, a
resaltar los aspectos que le conviene en función de su objetivo final. Por tal
razón alude a la forma que el pasado es idealizado o al antioccidentalismo
indianista, cuando, salvo “tímidamente”, no evoca la realidad que el indianismo
trata de explicar y transformar. ¿Mansilla no es, pues, tan ético, como
afirman sus aduladores? En todo caso su conocimiento es muy limitado con
respecto al tema que trata.
Por ejemplo, no logra diferenciar
adecuadamente las etapas del pensamiento de Fausto Reinaga. Considera que los
trabajos anteriores a la etapa indianista de Reinaga “no son de gran interés
para comprender la filosofía indianista”[1]
y que la etapa amáutica se “...trata, en realidad, de la acentuación de algunos
de los rasgos centrales del periodo indianista”[2].
Mansilla incurre en dos errores fundamentales: 1) confundir la etapa indianista
con la amáutica, considerando a esta última como una simple variante de la
anterior y 2) desechar los trabajos anteriores al indianismo. De esta manera
artificial y alevosamente aísla en la producción del autor indianista aquello
que le sirve solamente para intentar demolerlo.
En realidad, el pre-indianismo
(1940-1960) de Reinaga es el que prefigura su indianismo (1964-1971),
lo que puede evidenciarse en la siguiente frase, extraída de un trabajo de
Fausto Reinaga de 1956, antes de hacerse indianista:
“En los desfiles se pone de
manifiesto la escandalosa selección racial. Los jefes militares que presiden
los desfiles son gente de pigmento blanco, y la tropa es una tropa india… Las
gentes menos avisadas, pero ajenas al país se percatan al instante de esta
dominación no solo de una clase, sino de una raza por otra… Sin exagerar, el
ejército de Bolivia parece un ejército colonial de Indochina o de algún punto
del Sahara, donde mandaban o gobiernan aún las ‘fieras rubias’ de Francia,
España o Inglaterra. Esto es que la leva es negra, morena o india y los jefes
oficiales gente de metrópoli, rubia”[3].
La cita es por demás
clarificadora. Reinaga ya veía el problema del “indio” antes de ser indianista,
pero no tenía claro la importancia de este tema, como tampoco expresaba aún la
necesidad de una organización de carácter político y propia del sujeto
racializado, lo que es algo muy característico de su etapa indianista y de la
que H. C. F. Mansilla no dice nada. El periodo “pre-indianista” de Reinaga es
importante, pues en ese periodo se puede rastrear rasgos de su pensamiento
indianista pero que aún no están clarificados en términos políticos, lo que en
el indianismo tiene que ver con los fiascos de la “revolución nacional”.
Respecto al pensamiento amáutico de
Reinaga, o su periodo post-indianista (1974-1991), éste surge en un
tiempo en él no sólo era rechazado por los “q’aras” sino también por las
organizaciones indianistas. Lejos de la intencionalidad de sola crítica
antioccidental que Mansilla presta al indianismo, en esta corriente el
problema fundamental es que el “indio” logre forjar un Estado nación y ponga
fin a la yuxtaposición social entre las “dos Bolivias”. Es pues un
planteamiento político que para Fausto Reinaga, en su decadencia amáutica ya no
es central, en cuando ya no interpela al sujeto racializado, sino que se deriva
a otros actores, por ejemplo la institución militar y a los “occidentales”. En
consecuencia, su pensamiento debe alterarse. En el “pensamiento
amáutico”, el indio deviene una entidad abstracta y al margen del ser histórico
social. Y como entidad abstracta, puede “encarnarse en cualquier raza”. Esta
encarnación ya no tiene la obligatoriedad de resolver el problema colonial,
sino el de “salvar a la humanidad”. Me animo a decir que la etapa amáutica no
es una variante del indianismo, sino que se trata de un escape de Reinaga de la
realidad socio-política del “indio” —en circunstancias en las que él era
rechazado no sólo por los “q’aras” sino también por los “indios”— y de un
refugio en ideas con muy buenas intenciones, pero sin contenido sustancial.
Al no diferenciar claramente el indianismo
(1964-1971) del pensamiento amáutico (1974-1991) de Reinaga,
Mansilla lanza una afirmación falsa, pues dice: “En su etapa indianista Reinaga
llega a la conclusión central de que todo el pensamiento occidental desde
Sócrates a Marx representa una sola lógica de dominación basada en la mentira y
el crimen”[4].
Reinaga en su etapa indianista crítica a los marxistas bolivianos y a su
“ideología marxista-leninista mestiza”[5]
—nótese el sentido racializado— y no tanto a Marx o a su ideología en sí.
Incluso da valor a esa ideología cuando afirma que un “marxista en Bolivia,
v.gr. tiene que ser por lo menos autóctono, nacional; y no una copia o ‘robot’
ruso, chino o cubano”[6].
Es en su etapa amáutica que Reinaga se estrella, sin argumentación teórica,
contra el pensamiento de Marx.
Por otra parte, Mansilla piensa
que las concepciones indianistas “no son posiciones democráticas ni
pluralistas”[7]. No
debemos olvidar que en los años en que emerge el indianismo los “indios” fueron
incluidos” como “campesinos” y podían elegir, pero no estaban entre los
elegidos ¿eso era algo democrático? El indianismo surge en forma de partido,
entre otras cosas, por el carácter no democrático de la política en Bolivia.
Fue muy lucida la idea de organizar un partido indio en un espacio social
racializado y fueron las organizaciones indianistas —como también las
kataristas— quienes lograron sentar bases para democratizar la “democracia”. La
crítica indianista no es antidemocrática por sí misma, sino que está
condicionada por el funcionamiento racista de la “democracia”, algo que no
menciona el señor Mansilla.
No se puede dejar de lado la
forma en que el orden social se reproduce en sentido racializado, aspecto que
es central en la lectura indianista, pero que no tiene lugar en la crítica de
Mansilla, quien incluso plantea que Reinaga expresa “sus sufrimientos
personales y los de su pueblo”[8].
Esto parece ubicar el problema en un ámbito sicológico individual: la cosa es
problema de Reinaga; pero también en una especia de problema sicológico colectivo
de los “indios”: problema de “su pueblo”, el pueblo de Reinaga. Lo que acá se
produce es un desplazamiento que opera en función de hacer ver un problema sólo
como propio de los aludidos, Reinaga y su pueblo; pero del que es ajeno quien
alude al mismo, en este caso, Mansilla. Como si el indianismo no expresara una
relación social racializada, en la que los no “indios” también tienen mucho que
ver.
Sin embargo, como tratando de no
obviar el papel de los “otros” con respecto al “indio”, Mansilla dice que los
“indígenas” “han sido víctimas del odio y la violencia de los mestizos y
blancos, pero asimismo han sido humillados —o se sienten así— en los último
siglos por ser perdedores de un desarrollo histórico que se basa ahora en la
ciencia y la tecnología occidentales”[9].
El asunto es, para este autor, cuestión de perdedores que se sienten
humillados, asunto de resentidos en el que nada tienen que ver las condiciones
sociales, históricas, económicas y políticas.
La forma en que H. C. F. Mansilla
no percibe la importancia de los factores que originan al indianismo puede
comprenderse si nos remitimos a otro de sus trabajos, donde se refiere a lo que
según él valoran los no indígenas y los “indígenas”. En el caso de los
primeros: “Valoración de la persona: de acuerdo a su desempeño individual y sus
ingresos, aunque el origen social-geográfico y la proveniencia por estrato
sigue jugando un cierto rol importante”[10]
y en el caso de los segundos: “Valoración de la persona: de acuerdo a su
proveniencia étnica y geográfica”[11].
Mansilla expresa en un lenguaje “diplomático”, algo que muchos otros de su
casta dicen sin su elegancia y sus ambages: “los racistas son los indígenas,
nosotros sólo un poquito...”.
La valoración racista por
procedencia étnica es —según él— un rasgo “indígena”, “premoderno”. En el caso
de los “blancos” no sucede así, sino simplemente, por decirlo de un modo
sugestivo, se trata de: “solamente la puntita”, pero sabemos que eso de
solamente la puntita no es verdad, siempre se va más allá. Esto es llamativo,
porque Masilla no logra articular una explicación en la que los “indígenas” y
los “otros” sean considerados en sus relaciones dinámicas.
El indianismo de Reinaga sería
“un pensamiento que está basado en sus experiencias personales de
discriminación y de sufrimiento y en sus reflexiones en torno a terribles
avatares de los indígenas de tierras altas”[12].
Empero, la forma en la que Mansilla entiende las valoraciones entre los “no
indígenas” también está basada en sus experiencias personales, por lo que no
puede ir más allá de las limitaciones de sus vivencias. Es por tal razón que
cree que su casta valora según el desempeño individual y los ingresos, pero
cuando los “no indígenas” y sus otros se relacionan, el desempeño individual y
los ingresos pasan a segundo plano. Si fuera cierto lo que dice Mansilla
deberían ser normales los matrimonios entre indígenas y no indígenas. Pero esto
no es así, pues los “q’aras” valoran al “indo” independientemente de saber
sobre su desempeño individual o sobre sus ingresos, porque eso es algo que
suponen o creen ya saber[13].
Consideremos que la valoración es
muy importante en la elección de parejas y ello tiene que ver con la formación
de las castas. La importancia del tema de la reproducción del orden social en
forma de castas es expresado por Fausto Reinaga de forma muy sencilla, pero a
la vez clara y contundente: “¿Cuándo y dónde un Ballivián se ha casado con una
Juana Apaza; o un Mamani con una Paz Estensoro?”[14].
Reinaga hace notar algo que, en realidad, es una observación básica. Formula
una pregunta muy importante respecto a la dinámica de las relaciones sociales
racializadas y las alianzas matrimoniales en este país, pero este tema no tiene
cabida en la forma en que Mansilla entiende el asunto.
No puedo entrar en mayores
detalles por razones de espacio, pero debo decir que en estos tiempos es muy
importante reflexionar críticamente sobre el indianismo en general, y en
particular sobre la obra de Reinaga[15].
En ese entendido el trabajo de Mansilla es destacable, sin embargo, se nota que
no conoce del tema, lo que resta valor a su trabajo. Además, su inclinación por
la descalificación, hace que su ensayo carezca de un balance serio sobre el
asunto. En general, en su crítica, Mansilla no logra percibir —o no quiere
hacerlo— que el indianismo de Reinaga apunta al carácter racializado del orden
social en Bolivia. Además, no puede diferenciar adecuadamente el indianismo de
las otras etapas del pensamiento de Reinaga, lo que lo lleva a dejar varios
aspectos importantes, pero también a confundir otros. No percibe la importancia
de las ideas y acciones indianistas en la democratización de la democracia en
Bolivia y deja de lado el contexto en el que el indianismo emerge.
La frase con que Mansilla termina
su análisis del indianismo es muy llamativa: “para comprender adecuadamente
cualquier realidad sociopolítica no necesitamos simplificaciones y sí un
análisis crítico exhaustivo de la realidad”[16].
Pero Mansilla no hace “un análisis crítico exhaustivo” sobre el asunto; es más,
su trabajo es una simplificación que no contribuye a “comprender adecuadamente”
el tema de análisis y menos aún, la “realidad sociopolítica” en la que el
indianismo emerge y se posiciona. En síntesis, el análisis de H. C. F Mansilla
sobre el indianismo es simplificador y carece de exhaustividad.
Nota: artículo publicado originalmente en el Pukara nº 97.
[1] H. C. F.
Mansilla, Una mirada crítica al indianismo y a la descolonización,
Rincón Ediciones, La Paz-Bolivia, 2014, p. 116.
[2] Ibid.,
p. 129.
[3] Fausto
Reinaga, Franz Tamayo y la Revolución boliviana, Editorial Casegural, La
Paz-Bolivia, 1956, p. 106-107.
[4] Mansilla,
op. cit., p. 118.
[5] Fausto
Rei naga, Tesis India , Impresiones Wa-Gui, La Paz-Bolivia, 2006, p. 67.
Resaltado en el original.
[6] Fausto
Reinaga, La Revolución India, Impresiones Wa-Gui, La Paz-Bolivia, 2007,
p. 115. “el marxismo crea, no copia; es método, no dogma de slogan…”. Ibid.
[7] Mansilla,
op. cit., p. 108.
[8] Ibid.,
p. 112.
[9] Ibid.,
p. 114.
[10] H. C.
F. Mansi ll a, El carácter conservador de la nación boliviana, Editorial
El País, 2da edición, Santa Cruz-Bolivia, 2010, p. 95.
[11] Ibid.,
p. 100.
[12] H. C.
F. Mansilla, Una mirada crítica al indianismo y a la descolonización, p.
117.
[13] Muchas
personas de pi el clara, esperan ser tratados como “caballeros” por los
“indígenas”, sin importar su condición económica o formación intelectual.
Esperan ser valorados por un imaginado “li naje”, algo muy medieval.
Contrariamente, un aymara que tiene “plata” espera ser valorado por su dinero,
y cuando esto no sucede, suele decir en tono molesto: “tengo plata carajo”. El
ser valorado por el dinero es un rasgo moderno. En muchos aspectos los
“indígenas” son más modernos que los “q’aras”, y hasta son quienes están
modernizando Bolivia.
[14] Fausto
Reinaga, La Revolución India, p. 53. “En esta Bolivia mestiza se
instaura un culto a la piel blanca”. Ibid., p. 180.
[15] Con las
disculpas del caso, remito a los interesados a ver mi ensayo Desde el sujeto
Racializado. Consideraciones sobre el pensamiento indianista de Fausto Reinaga,
Ediciones MINKA, La Paz-Bolivia, 2014; disponible en: http://grupo-minka.blogspot.com/2014/12/desde-el-sujeto-racializado.html
También véase Del indianismo al pensamiento
amáutico. La decadencia de Fausto Reinaga, Ediciones MINKA, La Paz-Bolivia,
2015; disponible en: http://grupo-minka.blogspot.com/2015/05/del-indianismo-al-pensamiento-amautico.html
[16] H. C.
F. Mansilla, Una mirada crítica al indianismo ya la descolonización, p.
115.
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