Por: Marina Ari[1]
El 12 de octubre 2015, ex “Día de la Raza”,
pasó en Bolivia sin pena ni gloria, sin los boatos de antes y también sin
protestas. Al parecer, el punto de inflexión fue el rechazo al V Centenario del
“descubrimiento” en 1992. En Bolivia no tuvo el carácter insurreccional que
muchos esperaban, pero fue presagio de cambios futuros. Los momentos más
importantes de ese rechazo sucedieron antes, por ejemplo durante la llegada de
los reyes de España a Bolivia, en 1987.
Antecedentes inmediatos
La insurgencia del pensamiento y programa
propio aymaras[2]
hizo posible la inserción del pensamiento propio indio en la política boliviana,
el Katarismo había sido fundado en el I Cabildo Katarista (9 de marzo, 1985); a
raíz de su participación en las elecciones de 1985 el katarismo obtuvo dos
diputaciones, una representada por Víctor Hugo Cárdenas y la otra por el
quechua Walter Reinaga[3]. Durante el ejercicio de
estas diputaciones, los principales partidos indios vivieron duras
contradicciones internas, agudizadas por la intromisión de los partidos
marxistas, esto tuvo repercusiones en la Secretaría Ejecutiva de la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesino de Bolivia (CSUTCB), liderada
por Genaro Flores Santos, quien a la vez era Secretario Ejecutivo del MRTKL;
las fragmentación se patentizó con la división del MRTKL tras el II Cabildo
Nacional que se celebró en Llallagua del 26 al 29 de mayo. En este cabildo,
además de la fragmentación, se presentaron dos documentos, uno de ellos habla
ya del “colonialismo interno”[4], idea que caracterizará el
ideario de los kataristas. En la conmemoración del Quinto Centenario surgieron
muy claramente ideas gestadas tanto por el Katarismo (como el concepto del
neocolonialismo) y del indianismo (la reconstitución del Tawantinsuyu), entre
varias otras ideas que definieron y separaron las dos corrientes. Entonces, es
pertinente diferenciar las propuestas del indianismo y el katarismo frente a la
invasión española: El ala indianista, el MITKA, ubicaba a “la raíz de todos los
problemas indios en la conquista europea y en la presencia de los blancos ‘colonizadores
y opresores’ en los gobiernos bolivianos… su ideal era romper con todas los lazos
coloniales…” (Makaran-Kubis 2009: 38), en cambio el MRTK planteaba el problema
en la homogeneización nacional, de ahí su concepto de “nación subestatal” promoviendo
un Estado Plurinacional y no homogeneizado. Existen dos hitos importantes previos
a la conmemoración del Quinto Centenario donde se irán precisando las
posiciones: El primero se refiere a la visita a Bolivia del rey de España Juan
Carlos I en compañía de la reina Sofía, que se realizó del 20 al 23 de mayo de 1987
durante la presidencia de Víctor Paz Estensoro y que, en contradicción a la ola
de fascinación en su recibimiento, fue objeto de reflexión y protesta por parte
de indianistas y kataristas. El segundo se refiere a la llegada del papa Juan
Pablo II, quien llegó a Bolivia el 9 de mayo de 1988, estuvo en Oruro el 11 de
mayo, en Sucre el 12 de mayo y en Trinidad el 13 de mayo.
Visita a Bolivia del rey y reina de España
La llegada a Bolivia del rey de España Juan
Carlos I en compañía de la reina Sofía, se realizó del 20 al 23 de mayo de 1987
durante la presidencia de Víctor Paz Estensoro y, en contradicción a la ola de
fascinación en su recibimiento, fue objeto de reflexión y protesta por parte de
indianistas y kataristas, aunque la prensa reflejaba otra situación en sus
titulares afirmando que no había oposición “campesina” a la visita de los reyes
españoles.
La visita se realizó en medio de desmentidos
sobre la presencia de guerrillas en Bolivia, de ejercicios militares conjuntos entre
los ejércitos de Bolivia y de Estados Unidos en el “norte del departamento de
La Paz, y parte de los departamentos del Beni y Pando, a 150 kilómetros de la
frontera con el Perú”[5], y una huelga de hambre
de diez miembros del Comité Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de
Trabajadores Campesinos y de las federaciones de productores de coca de los
Yungas, el Chapare y Santa Cruz. La COB, dirigida entonces por Juan Lechín
Oquendo como Secretario Ejecutivo y Walter Delgadillo, Secretario General, se
habían sumado a la huelga de hambre[6] que protestaba contra el
Plan Trienal, la Ley de sustancias controladas, el proyecto AgroYungas y el
impuesto a la propiedad rural.
Pese a las dubitaciones de Jenaro Flores,
dirigente de la Confederación Única de Campesinos, quien declaraba a los medios
de comunicación que “los campesinos hemos firmado un convenio con el gobierno
de España para posibilitar el desarrollo agropecuario, por tanto nosotros no
podemos oponernos a su llegada”, algunos sectores indios lo desmintieron: “A
propósito de esta aclaración [de Jenaro Flores], el Frente Indio Amáutico del
Tawantinsuyu (FIAT) emitió un pronunciamiento en las últimas horas,
manifestando su ‘oposición y vehemente protesta’ ante la llegada de los reyes
españoles”[7]. La voz india no se dejó esperar,
en ese entonces Víctor Hugo Cárdenas y Walter Reinaga eran diputados y
mostraron en pleno parlamento que homenajeaba a los reyes españoles allí presentes,
carteles de rechazo contra el simbolismo de los homenajes a los representantes de
los representantes del colonialismo hispano.
Pero la mayor protesta la protagonizó un grupo
de indianistas y kataristas que gritaron protestas tanto contra la figura de
los homenajeados como en contra del criollaje reverenciador. Martha Orozco,
quien fue la principal figura, fue detenida violentamente por los policías.
Otro grupo de indianistas se refugió en el Hotel Torino, perteneciente a un
destacado indianista, y la policía ingresó al hotel pretendiendo detenerlos. La
prensa registró a jóvenes heridos con balines de goma cuando pretendían ingresar
a la plaza Murillo para protestar contra la visita real que significaba tanto
dolor para la indianidad. Una manifestación conformada por indianistas y
kataristas, mineros, jóvenes universitarios, mujeres, trató de ingresar a la
plaza Murillo donde se hallaban los reyes españoles conjuntamente con el
presidente Paz Estensoro en el Palacio Quemado. En un principio lograron casi
rebasar a la policía: “El eco de una fuerte explosión ocurrida en la calle
Socabaya, producida por un ‘cachorro de dinamita’ puso en varios aprietos a las
fuerzas del orden. Numeroso público que se encontraba en la esquina de las calles
Comercio, Socabaya, la misma plaza Murillo, se vio obligado a correr en busca
de protección, ya que luego de la explosión se produjo una fuerte gasificación
a fin de alejar a los manifestantes”[8].
(Para aprehender a los indianistas y kataristas que
protestaban contra la visita de los reyes de España, la policía ingresó en los
espacios del Hotel Torino, ubicado cerca de la plaza Murillo, donde habían
buscado refugio los manifestantes)
Protestas por un lado, sumisión por el otro
También hubo detenidos que fueron llevados a
rastras fuera de la plaza principal; se supo de dos mineros, Miguel Zurita de Huanuni
y Crisólogo Cosío de Siglo XX, éste último quien sangraba y tenía heridas en la
cabeza al ser violentamente golpeado por la policía; ambos fueron arrastrados
fuera de la plaza Murillo. Así mismo, otros estudiantes, mineros y activistas indios
llegaron a la Asistencia Pública con diferentes heridas.
En contradicción e
indiferencia frente a estas propuestas, el criollaje boliviano encabezado por
el presidente Víctor Paz Estensoro y su esposa Teresa Cortez y las principales
autoridades del país, se deleitaban con un protocolo real y homenajeaban a los
reyes españoles en medio de almuerzos de honor y muestras de afecto. Las voces oficiales
de la prensa hablaban de la fraternidad España y Bolivia y del fuerte lazo
idiomático que unía a los dos países: “(…) el sentimiento de fraternidad, que es
por el que en este momento los reyes Juan Carlos y Sofía se encuentran en
Bolivia, y por el que, en actitud recíproca nuestro pueblo los acoge con sencillez
y muestras de particular aprecio. Hay un lazo —el más fuerte— que nos une y unirá
siempre con España: el idioma. La lengua castellana es el patrimonio común…”[9];
otros hablaron de la “cultura” como excusa: “Fuimos víctimas de la colonización,
es cierto, pero también es verdad que España nos trajo la cultura, la
tecnología superior y el conjunto de la cultura greco-romana y germánica, judeo-cristiana
y musulmana”[10].
A diferencia, otros se reían del “triste espectáculo (…) del criollo mestizo
rindiendo homenaje a los reyes de España, no por el hecho de que se salude a
uno de los principales artífices de la reconstitución democrática española
post-franquista, sino porque al hacerlo, estos grupos dominantes
criollo-mestizos se están alabando a sí mismos, se están auto contemplando y están
volviendo a negar nuestra posibilidad de nación”[11].
Sin embargo, un cosquilleo de temor recorría por la espalda de los criollos,
temor bien expresado por Miguel Urioste, quien se preguntaba: “¿Qué ocurrirá cuando
‘el gigante despierte’?”[12]
Dentro de las
actitudes neocolonialistas, los agentes de la policía y los empleados de la Alcaldía
de La Paz, retiraron por la fuerza a los y las vendedoras callejeras, la
mayoría de ellas de pollera. El argumento: “No podemos presentar una imagen así
estando visitantes de España, o también: “Qué dirán de nosotros, que somos un
país desorganizado y sucio…”[13],
la protesta y la concepción de la diversidad se reflejó en el mismo artículo:
“Lo que hizo la policía y los agentes municipales, en el fondo más parece el
reflejo de complejos de inferioridad que existe en mucha gente: No debemos mostrar
lo que somos —un país de blancos, mestizos e indios— un país donde se habla más
o menos el castellano y donde, por vergüenza que causa la estupidez de alguna gente,
se habla mal —o entremezclado con un mal castellano— el aymara y el quechua.”[14]
Nota: Artículo publicado originalmente en Pukara nº 111.
[1] Marina Ari es escritora aymara. De formación en comunicación social, estudia actualmente historia.
[1] Marina Ari es escritora aymara. De formación en comunicación social, estudia actualmente historia.
El presente artículo es una parte de la
ponencia presentada por Marina Ari en el seminario “El 12 de octubre revisado y
revisitado”, coordinado por la Dra. Eugenia Bridikhina y que se efectuó el en
Auditorio Marcelo Quiroga Santa Cruz de La Paz el martes 12 de octubre de 2015.
[2] Diferentes autores indios como Ticona y Ari, sostienen que se trata en
realidad del surgimiento de una intelectualidad india no solamente Aymara, sino
también Quechua y Uru.
[3] Anteriormente, en 1978, fue fundado el MITKA, Movimiento Indio Tupak Katari.
Esta organización indianista tuvo en total tres diputados: Julio Tumiri,
elegido en 1978, y Contantino Lima y Luciano Tapia, elegidos en 1980. (N. r.)
[4] El documento fue presentado por Walter Reinaga Vásquez.
[5] Presencia 1987. Informe militar: No existen brotes guerrilleros y
menos subversivos en el país. Se descarta posible instalación de una base
militar de Estados Unidos en territorio nacional. Combatir el narcotráfico no es
tarea de las FF. AA. La Paz, jueves 21 de mayo de 1987. P. 7
[6] Presencia 1987. Campesinos en huelga de hambre en rechazo al Plan
Trienal. La Paz, jueves 21 de mayo de 1987. P. 7
[7] Última Hora. No hay oposición campesina a visita de reyes españoles.
La Paz, 21 de mayo de 1987.
[8] Última Hora, 1987. Detenidos y heridos en manifestación. La Paz, jueves
21 de mayo de 1987.
[9] Última Hora. La Paz, jueves 21 de mayo de 1987.
[10] Capriles, Orlando. “¿Qué reyes recibimos?”. Última Hora, La Paz 25 de
mayo de 1987.
[11] Urioste, Fernando de Córdova, Miguel. Los reyes y los indios. Última Hora,
La Paz 25 de mayo de 1987.
[12] Ibídem. Urioste, Miguel.
[13] Última Hora, 1987. ¿Por qué no mostrar la realidad y pretender ser lo
que no somos? La Paz, 21 de mayo de 1987.
[14] Última Hora, 1987. ¿Por qué no mostrar la realidad y pretender ser lo
que no somos?
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