lunes, 18 de abril de 2022

¿Hacia una ciudadanía biológica?


Por Carlos Macusaya Cruz

En algunos segmentos acomodados de Bolivia, con motivo del Censo 2022, se viene generando algo así como una campaña que apunta a establecer, en última instancia, una especie de “ciudadanía biológica”. Andan ocupados tratando de mostrar que el ser de la bolivianidad sería el “mestizaje”, como si buscaran que este año se haga una medición estadística de “lo que realmente son” los bolivianos.

Desde luego, usan el pretexto cultural como base de sus pretensiones, que es una de las formas en las que el racismo se mimetiza: se evita hablar directamente de diferencias naturales entre “razas” (no porque se lo cuestionen, sino porque está mal visto) y se opta por enarbolar diferencias culturales (cosa que, al parecer, no suena racista). Así, se busca establecer vínculos de “naturaleza cultural”, que operarían de manera determinante entre grupos heterogéneos y jerarquizados. De esta forma, la población boliviana es “entendida” no por los procesos de diferenciación social sino por vínculos “primarios” de naturaleza cultural que en última instancia definirían a las “verdaderas” mayorías  del país (los mestizos) frente a los “otros” (los indios), las minorías de otro tipo de “naturaleza cultural”.

Sin embargo, con la intención de dar contundencia a su idea de lo que definiría a las mayorías y minorías en Bolivia, suelen recordar que alguien de la indiada formó parte de su historia familiar en algún momento del pasado. Entonces, la naturaleza cultural del mestizaje que defienden tendría su fundamento en la “mezcla racial” y, por lo tanto, lo verdaderamente boliviano se definiría por dicha mezcla.

No es raro que cuestionen a alguien que se autoidentifica como indígena, tratando de arrinconarlo moralmente, con frases como “te crees de raza pura” o “no hay razas puras, todos somos mestizos”. Bajo las referencias vagas que se tienen del nazismo, se trata de equiparar la autoidentificación indígena con la idea de pureza aria (algo socialmente desaprobado), de tal manera que el cuestionado termine asumiendo “su” mezcla racial para no ser catalogado como nazi. En el fondo se trata de cuidar la permanencia de las jerarquías sociales entre “mestizos”, de primera y de segunda: “como tú y yo somos mestizos, no nos fijemos en nuestras diferencias económicas o de oportunidades laborales, eso no es lo fundamental; lo que verdaderamente importante es que tú y yo tenemos la misma naturaleza cultural y biológica”. Buscan que su mestizaje de primera se mantenga puro y no se degrade mezclándose con los mestizos de segunda.

Por eso, hablan de lo que los bolivianos son (apelando a las implicaciones raciales que esto tiene); no de cómo se autoidentifican. Pero, para sus pretensiones, un Censo no sería útil; lo que debería hacerse es un análisis masivo del ADN y así establecer las muchas “mezclas raciales” de los habitantes de Bolivia. Y si esto se hiciera, ¿tendríamos que clasificar a la población por sus variaciones genéticas? ¿Ordenaríamos territorialmente a las personas a partir de ese criterio? ¿Unos tendrían más o menos derechos según su información genética?

Seguramente, los “ex criollos” que ahora se definen como “mestizos” negarían ese tipo de medidas, que incluso pueden calificar de estupideces; sin embargo, a ellos no les interesa promover un análisis del ADN, lo que a ellos les interesa es movilizar los prejuicios sobre razas (puras y mezcladas) para salir de su situación de minorías políticas y en ese afán nos muestran su visión naturalista del orden social: sería la naturaleza cultural y biológica lo que daría sentido a la bolivianidad. Así, la “verdadera mayoría”, por su condición biológico-cultural, debería conducir el país. Eso se acerca a proponer una ciudadanía biológica y no es extraño que esto surja desde segmentos que han vivido de los privilegios en el orden social racializado.

martes, 5 de abril de 2022

La identidad ‘mestiza’ de los ‘excriollos’

Por Carlos Macusaya Cruz

La pasada semana se generó cierta polémica tras que un diputado de Comunidad Ciudadana sugiriera que en el Censo 2022 se incluya la categoría “mestizo”. Desde luego, no explicó lo que permitiría esta inclusión en términos de evaluar planes, distribuir recursos, implementar políticas públicas, etc.; que es para lo que se suelen hacer censos. Eso sí, tras la consulta de un periodista, salió con la muletilla de que tiene un antepasado, muy lejano, de origen aymara; lo que expresa un aspecto del atrincheramiento retórico y ocasional de ciertos estratos en el mestizaje.

En la creencia de que existen razas, enarbolan una mezcla con “indios” que habría sucedido en tiempos muy lejanos y lo hacen desde una situación cuantitativa de desventaja política frente a los “no mestizos”, los “indígenas”. En su impotencia por generar mayorías (construyendo alianzas y acercándose a sectores que pueden enarbolar un antepasado español, también en tiempos muy lejanos) y ante el develamiento de sus privilegios premodernos (color de piel, apellido, etc.), no les queda más que recordar su “mezcla racial” en el pasado distante para tratar de aparentar en el presente un acercamiento con aquellos sectores con los que no están dispuestos a mezclarse: los “indios”.

Cuando lo indígena se constituyó en identidad política de mayorías (desde 2000), operó como una forma de señalar, en términos generales, jerarquías racializadas y en las que los “estigmas” indígenas limitaban el ascenso social, las oportunidades laborales, etc.; de tal manera que sus portadores eran relegados a puestos de subordinación. Entonces se fue articulando una voluntad política para cambiar esa situación, apuntando críticamente a los privilegios coloniales que gozaban (y aún gozan) las capas altas de la sociedad boliviana.

Como forma de enfrentar este proceso de politización extensa de la “indiada”, quienes antes se identificaban como “criollos” pasaron a definirse como “mestizos”, tratando de movilizar en otros estratos la muy arraigada creencia en razas (puras y mezcladas). Esto tiene su razón de ser: si la identidad indígena operó exponiendo las jerarquías sociales racializadas, la identidad mestiza es convocada por los “excriollos” para ocultar esas mismas jerarquías. Se trata de un recurso ideológico para precautelar su posición en la estructura social.

Claro que no está mal que recuerden que en su lejano pasado familiar hay algún indio o india; pero sería mejor que trabajen para que ellos, sus amigos y allegados formen familias con indígenas en el presente. ¿Es mejor para ellos tener a un o una indígena en el pasado que tenerlo como cuñado o esposa? ¿O solo reivindican su mestizaje (que supone la existencia de razas) como un hecho pretérito que no debe volver a repetirse? ¿Reivindican su “mezcla racial” del pasado para no mezclarse con los indios en el presente? Recurren a esa mezcla, real o imaginaria, para minorizar a las mayorías que develaron sus privilegios.

Más aún. Para estos señores, los problemas sociales que sostienen la identidad indígena se habrían resuelto en la “mezcla racial” lejana de algún antepasado suyo. Creen que las contradicciones históricas que arrastra este país se solucionaron biológicamente. Exponen así su perspectiva biologicista del orden social que buscan preservar, tratando de remover al mismo tiempo los prejuicios racistas que han cultivado durante décadas en el país.

Más aún. Para estos señores, los problemas sociales que sostienen la identidad indígena se habrían resuelto en la “mezcla racial” lejana de algún antepasado suyo. Creen que las contradicciones históricas que arrastra este país se solucionaron biológicamente. Exponen así su perspectiva biologicista del orden social que buscan preservar, tratando de remover al mismo tiempo los prejuicios racistas que han cultivado durante décadas en el país.