domingo, 7 de octubre de 2018

Mesa coja


Por Carlos Macusaya

El anuncio de que Carlos Mesa será candidato a la presidencia el 2019 fue la confirmación, a pesar de que él lo negaba constantemente, de algo que “ya estaba cantado”; por ello no conmocionó a los “defensores de la democracia”, menos al país.  Además, su anuncio no fue el plato fuerte de la mesa política de la semana y, de hecho, las reacciones han sido cautas.

Notemos que el viernes se habló, por medio de un allegado suyo (nada casual), de que sí sería candidato y se hizo saber que el FRI le había hecho una invitación para ello. Habría que ser muy ingenuo para creer que todo esto fue reciente, pues a todas luces se trataba de generar expectativa por lo que iba decir el “invitado” al siguiente día (sábado).

Pero al cálculo político para hacer este anuncio va más allá, pues, al parecer, Mesa, que estuvo “pasteando” a los ciudadanos con su negativa de ser candidato, esperaba hacer su anuncio en un ambiente triunfal, suponiendo que el fallo de La Haya iba a ser favorable a Bolivia. Esperaba disputarle ese supuesto triunfo al gobierno a la vez de lanzar su candidatura. Lamentablemente Bolivia perdió en la CIJ y Mesa tuvo que explicitar su candidatura en un “ambiente semanal” marcado por una derrota que lo involucra, lo que le quitó “resonancia”.

Pero lo que me llamó la atención del video en el que hace su retardado anuncio fue muy poco: empieza con un viejo tema, no usa corbata y no dice nada interesante. 1) Empezar con el tema que caracterizó a su programa muestra que no está “cerca de la gente” sino encerrado en su “gloria” pasada. Está mucho más cerca de la nostalgia, de su ayer. 2)  Antes García Linera no usaba corbata y ahora sí lo hace, como buscando simbolizar a la “clase media”; en contraste, Mesa, que suele aparecer con corbata, en su video no la usa, como queriendo quitarse un poco de la imagen que tiene y así coquetear a los “otros” (como diciendo: “miren, no estoy tan lejos de ustedes”). 3) Su retórica no fue nada novedosa y estuvo dentro de lo que lo caracteriza: más extensión que profundidad. Pero además, dejó claro que su “proyecto” político  es remplazar el evismo por el mesismo, lo que está “dentro del vacío” de ideas que ha caracterizado a la oposición.

Por lo que ha expuesto el “nuevo” candidato se puede decir que no va más allá de los berrinches propios del antievismo, aunque expresados de modo “encorbatado”. No hay un proyecto político (decir “cambio democrático fundamental” es pura palabrería) sino la aspiración a ocupar el lugar que ocupa Evo. No hay una propuesta que deje atrás el Estado Plurinacional. Mesa, que se imagina que Bolivia lo necesita, quiere ser la realización del postevismo pero el país necesita una propuesta postplurinacional que surja del propio proceso que estamos viviendo y en el que la “inclusión indígena” (con todo y la retórica para hippies: “madre tierra”) es un paternalismo que reproduce el racismo y que no necesitan su supuestos beneficiarios, pues han ocupado el país y al hacerlo lo han construido y lo construyen.

En general, la candidatura de Carlos Mesa, por lo menos por ahora, parece una mesa coja: como que le falta algo para estar bien parada. No viene acompañada de un proyecto sino de la intención de reciclar el evismo en el mesismo (quiere dar “contenido” a las ideas que el MAS enarboló). Y en esto Mesa muestra que está a la altura de otras figuras visibles de la oposición, pues todos ellos comparten apreciaciones que son una especie de encierro en sus barrios. Como que ven un país reducido a sus vecinos y allegados pero el resto se lo explican por puros prejuicios.


No es bueno poner los platos servidos sobre una mesa coja y no hacer nada con la cojez de esa mesa, en algún momento esos platos se van a ir al suelo.