sábado, 15 de octubre de 2016

Contra los indigenistas, los "indígenas"

Carlos Macusaya
Tuve la oportunidad de estar en “el fin del no tiempo”[1], el evento que el “gobierno indígena” llevó adelante en Copacabana y la Isla del Sol, y debo decir que tal acto estuvo lleno de “contra-ejemplos” con respecto a lo que se supone es el “indígena”, el “vivir bien”, la “descolonización” y otros temas relacionados. De hecho en el evento la contradicción entre discurso y hechos se hizo evidente de maneras hasta jocosas. En las líneas que siguen quiero mencionar algunos de esos “contra-ejemplos” que espero sean útiles para la reflexión, que sirvan como un “pretexto” para motivar un sano debate sobre estos temas.

Curiosidades sobre la Organización

El evento empezó con una feria a orillas del “lago sagrado” el miércoles 19 de diciembre, casi al medio día. Yo llegué a Copacabana a las 10 am y vi que en la plaza principal estaban armando las carpas para la feria, pero quienes se dedicaban a hacer este trabajo se mostraban inseguros de ello, pues, aun no estaban seguros del lugar donde sería la feria. Escuche decir a uno de ellos que debían esperar al “vice” (se referían al viceministro de descolonización Félix Cárdenas) para estar seguros de lo que hacían. Es decir que el mismo día del evento, los encargados no sabían dónde sería armada la feria (téngase en cuenta que la playa está a unas cuadras de la plaza del lugar). Esto muestra mucha improvisación y evidencia que se ocuparon más en el impacto mediático del evento que en la organización misma.

Un detalle que no puedo dejar de mencionar es que en el stand del viceministerio de descolonización se encontraban varias muchachas, unas 6 me parece, una de ellas vestía pollera; lo que me llamó la atención era que mientras la “cholita” se encargaba de la papelería junto a otra muchacha el resto de ellas se ponían a bailar. Debo mencionar también que varias personas, que decían estar invitadas a la feria como expositores, no encontraban un lugar para mostrar su trabajo y es comprensible por la improvisación y porque algunos empleados del estado se dedicaban a bailar antes de atender a los invitados.

Más revelador fue el hecho de que cuando el vice ministro Félix Cárdenas pronunció un discurso que gusto a la mayoría de los visitantes[2], las “bailarinas de la descolonización” hicieron unos gestos de burla y desprecio por lo que oían. Ya casi por la media noche, vi alguna de “las bailarinas de la descolonización” y sus acompañantes pasar cerca de la plaza, caminaban tambaleándose (tenían “varias copas encima”) y mientras conversaban se burlaban de lo que el viceministerio estaba haciendo en el lugar.

A los pocos minutos pasaron otras personas (dos para ser exacto) que refunfuñaban porque, según lo que comentaban, ellos estaban haciendo solos el trabajo. El reclamo más fuerte fue el de haber dado dinero para el evento y ni siquiera haber recibido comida. Una amiga de Lima me comento[3] que ella había comido tres platos en el almuerzo y dos en la cena y que le habían dado varias fichas para la comida, pero que ya no pudo comer más y además me dijo que muchas personas comieron más de dos veces. El día jueves 20 de diciembre, al conversar con uno de los expositores de la feria, salió también el tema de la comida y él decía que no recibió nada y que lo mismo pasó con muchas personas. Hubo empleados del estado e invitados que no comieron mientras otros ya no podían comer más.

Más indígenas que los “indígenas”?

Muchos de los que asistieron al evento eran hipees, de hecho el lugar parecía “hipeelandia”, a ellos se sumaban “simpatizantes” de la lucha “indígena”. Al momento de hacer algún tipo de “ritual” estos eran los más “devotos” y hasta parecía que entraban en “trance”. Bailaban la música andina con mucha energía, aunque era evidente que no “agarraban” el ritmo ni el estilo del baile. A su lado estaban los “indígenas” que no hacían nada de lo que ellos hacían. De hecho éstos últimos miraban extrañados las actitudes de los más “devotos”. Los visitantes venían a participar de algo que no encajaba con lo que los “indígenas” hacían.

Lo que resume y sintetiza  lo que quiero expresar es que, ya en la Isla del Sol, el día jueves, sucedió la desmitificación del indígena “ecologista”, pues los platos desechables para la comida (incluidos los cubiertos y los vasos) e incluso la comida eran echados al piso con toda naturalidad por los “indígenas”, incluso escuché decir a un “indígena” de Potosí: “esto está bien para el perro”, se refería a la cena que era algo parecido a un “majadito”; mientras decía eso hecho la comida al piso y con ella el plato desechable. Los que terminaban recogiendo lo que los “indígenas” votaban sobre la “madre tierra” eran, además de los encargados, los que venían a aprender la cultura “indígena”. Aquellos que supuestamente son los que cuidan a la “pachamama” no hacían lo que se supone deberían hacer y los que venían a aprender de ellos terminaban haciendo lo que no hacían sus “maestros”.

Vivir bien, NO! Ganar BIEN!

Se ha dicho mucho sobre el carácter anticapitalista del “ser” “indígena” y su cosmovisión, pero los hechos son duros para los que creen en esto. Cuando me tocó ir a la Isla del Sol, el jueves al medio día, escuche dos discusiones por el mismo tema: el costo de los pasajes (40 bs). Quienes querían ir a la isla reclamaban que un día antes, el viernes 19, el costo era de 15 bs. La respuesta que recibieron quienes reclamaban fue clara, los lanchistas decían que ellos se habían reunido con el canciller y en tal reunión se acordó el precio. Era evidente que el “vivir bien” no les interesaba a los aymaras dueños de las lanchas, lo que ellos querían era “ganar bien”.

Pero el “vivir bien” fue el “señuelo” que atrajo a muchos de los visitantes. En los puestos de venta, tanto en Copacabana como en la Isla del Sol, muchas personas preguntaban sobre algún material que se refiera al “vivir bien”, pues ellos habían viajado hasta Bolivia para aprender  sobre el tema en cuestión. Lo llamativo era que la gran mayoría que buscaba ese tipo de material eran “indígenas”, es decir que los que supuestamente son portadores de esta idea la estaban buscando. No faltaron comerciantes aymaras que tenían entre sus mercaderías libros referidos al tema y realmente ¡VENDIERON BIEN! su material y los compradores fueron principalmente “indígenas” de otros países, quienes estaban “sedientos” por algo que les dijera lo que son[4].

Coca: hoja sagrada?

El miércoles 19, por la noche, se realizó una especie de encuentro entre productores de coca de Perú y Bolivia (también había personas de Colombia), en el que se discutió el carácter “sagrado” de la coca y lo importante de cultivarla. Se escucharon muchos discursos sobre la identidad “indígena” expresada en la coca. Tristemente en este acto, como en otros, se dejó de lado el hecho de que antes de la colonia el uso de la coca tenía un carácter ritual y su consumo era restringido; fue en la colonia que esta hoja se dio a los “indígenas” en lugar de comida, pues esto era más barato para los españoles. Defender el “consumo tradicional” de la hoja de coca es defender los “usos y costumbres” de la colonia y esto en nombre de la “descolonización”, que contrariedad.

En el mismo coliseo, la coca estaba regada por el piso y era pisoteada por quienes defendían el carácter sagrado de la hoja, era evidente que eso de “sagrado” solo era una palabra vacía. Pero tuvo mejor suerte el licor de coca, pues fue un producto muy vendido en el evento; no sucedió lo mismo con los panetones de coca que un muchacho de Lima (Perú) llevó al lugar, quien hasta el último día del evento no vendió ni un panetón de coca.  La coca en el piso, en licor o en panetón no tenían el mismo significado para los defensores de la coca, lo sagrado se diluía según la ocasión.

El modelo de la “descolonización”

El detalle más ilustrativo de este evento fue para mí la llegada a la Isla del Sol por parte del Vicepresidente, Álvaro García, en un helicóptero y la llegada del presidente Evo Morales en una barca “ancestral” de totora. Era la simbolización de lo que es la descolonización para el gobierno: los “indígenas” con lo “ancestral” y los “blancos” con lo “moderno”. Esta es la noción sobre descolonización que domina en el gobierno del MAS y es una idea muy colonial, pues el “indígena” es entendido como un ser por fuera de la historia, antes por su carácter opuesto a la “civilización” y ahora porque “así se respeta su cultura”.

En este evento “ancestral”, creado muy recientemente para divertir a “blancos”, el “indígena” fue tomado como el realizador de las fantasías de los no “indígenas”, por lo que el sujeto político fue deformado hasta hacerlo objeto turístico[5].  El parecer algo que los otros buscaban fue la norma de los organizadores, pero en este afán no ayudaron mucho los que debían parecer el objeto deseado. El deseo de los otros fue la pauta para el acto[6] que se esperaba de los colonizados, pero estos sujetos hicieron lo que no se esperaba de ellos, sin embargo, al parecer eso no importó, pues la idea era hacer un show para las cámaras y mostrar al mundo la “descolonización” en Bolivia.

Lo que quise hacer notar en estas líneas es que los “indígenas” están contra las ideas de los indigenista, de hecho las ideas de los indigenistas son ajenas a los “indígenas”. Esta es una temática por esclarecer y espero que estos apuntes sean, como ya dije, un pretexto” para ello.



Nota: Artículo publicado originalmente en el periódico Pukara número 77.
[1] “Los Aymaras sostienen que es el fin de la Macha que quiere decir desequilibrio y oscuridad, egoísmo y traiciones, para adentrarse a la Pacha que es el retorno al equilibrio, a la luz y a la armonía.” Esto se puede leer en el material que repartieron y que lleva el nombre de “Soberanía”. La idea de “macha” no es sostenida por “los” Aymaras, sino por un Aymara: Germán Choquehuanca (quien solía hacerse llamar “Inka” y fue parte del MUJA y diputado del MIP) en su libro “Wiphala Guerrera”. Curioso es que los “descolonizadores” oculten el dato, pues además Germán Choquehuanca es “padre” junto con otros del “Mara Wata” (hoy conocido como Willka Kuty o Machaq Mara).
[2] La mayoría eran hipees y místicos.
[3] Me encontraba conversado con ella desde la 10 pm sobre la wiphala y la “hoja sagrada”. Ella creía en lo milenario de la coca y la wiphala y lo sagrado de la coca, pero yo estaba en contra de su idea, así que la discusión se extendió hasta muy tarde; pero en la charla salto el tema de la desorganización del evento y así el de la comida.
[4] Muchos hacen fama hablando sobre lo que es ser “indígena” y sus ideas distan mucho de la vida de los  que ellos llaman “indígenas”. Un ejemplo: la Fundación Boliviana Para la Democracia Multipartidaria, en la primera mitad del año pasado (2012), organizó una “charla” sobre el “vivir bien”, el invitado era un ecuatoriano que se hacía llamar “Atawallpa” y que escribió un libro sobre el tema. “Atawallpa” presumía de que era invitado a dar conferencias sobre el tema en Europa, pero a la hora de los cuestionamientos  que algunos “indígenas” planteaban a sus ideas solo escapaba por la “tangente”. “Atawallpa” era un “blanco” que decía como son los “indígenas” y casi nos invita a drogarnos para entenderle y entender a los “indígenas”. De este tipo de estafadores hay muchos y se los considera “sabios”.
[5] No hay que dejar de lado que mientras el evento se realizaba, antes y después, muchas personas de Potosí llegaban a La Paz a pedir limosna y entre ellos muchos niños que nada saben de “vivir bien”, porque esa es una idea que “los blancos” han hecho sobre ellos, sobre nosotros y nos es ajena.
[6] Me gana la tentación de hacer una comparación: una mujer que quiere algo puede obtenerlo exhibiendo su cuerpo en la forma que un hombre lo espera, es decir el deseo del hombre es su pauta. Los indigenistas buscan exhibir a los indígenas en función del deseo de exotismo de los gringos. Acá la diferencia es que los indigenistas no exhiben su cuerpo sino el de sus “indígenas”.

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