Por: Carlos Macusaya
El 12 de octubre debería ser un motivo
no solo para cuestionar lo que se llamó “descubrimiento” y mucho después “día
de la raza”, también deberíamos cuestionar y REFLEXIONAR acerca de cómo las
formas de dominación que se establecieron con la colonización hoy por hoy se
han renovado, han tomado formas más “aceptables”, más seductoras, y hasta se
presentan como “cosas” propias de los “indígenas” y/o por las que deberían
luchar. Esta reflexión es sumamente necesaria y urge hacerla, pues muchos en
sus pretensiones “descolonizadoras” solo hacen parte del juego perverso de la
dominación que se estableció con la colonia; caen cándida e inocentemente en la
trampa. Otros, más astutos, se disfrazan de “descolonizados-descolonizadores”
para perpetuar las relaciones coloniales y todo esto en nombre de la
descolonización.
En tiempos en los que el Estado
colonial boliviano sufrió la erosión de su institucionalidad (2000-2005) por varios factores, entre ellos por la explosiva
insurrección de la Nación Aymara, las formas de dominación perdieron la
“naturalidad” de sus manifestaciones cotidianas y se expresaron en formas
desgarradoramente brutales. Se escuchó gritar frases tales como: “raza maldita”, “indios de mierda”, etc. Además, estas frases
eran escritas en muros en diferentes lugares de Bolivia. Se vivió y se vio (en
muchos casos por tv y casi “en vivo y directo”) agresiones que llegaban a los
golpes llenos de odio y los agresores se mostraban orgullosos de sus
actos. Irónicamente muchos de los
agresores eran tan o más morenos que sus víctimas, pues eran hijos de
“indígenas”.
Esas formas desgarradoras hoy han
cambiado porque la reproducción de la dominación, ante la insurrección de una
nación sin Estado que ha logrado “desnudar” el carácter colonial del Estado
boliviano, necesita para persistir en el tiempo de un nuevo “ropaje”. Ya no se
muestra como un “ogro” agresivo y sediento de sangre; ahora se muestra de
manera más agradable y hasta seductora: “reconocimiento “, “inclusión”,
“respeto a la diversidad”, “tolerancia”, etc.
Ahora no se trata de insultar al
“indio de mierda” sino de “coquetearle” para aquietar al sujeto insurrecto. Se
trata de obnubilar al “indígena” con lo que la dominación ha hecho de él, pero
dándole un vuelco valorativo con el cual deja de ser un “indio de mierda” y
pasa a ser un “buen salvaje”, el que vive en “estado natural”, “preservando la
naturaleza” y además, “salvará a la humanidad”. En esta “revolución valorativa”
lo que opera es el juego de la apariencia, juego en el que se toma algo por lo
que no es: la re-colonización por descolonización. Bolivia es un gran ejemplo
de esto, de cómo la dominación colonial se “transfigura” y esto se evidencia en
cosas tales como: “masticado tradicional de la hoja de coca”, “usos y
costumbres”, etc.
¿Cómo funciona esto?
Por ejemplo, el tema de la coca y la
forma en la que se la “defiende” lleva un problema no menudo. Hasta donde se
sabe, la coca en tiempos precoloniales se la utilizaba con fines rituales, pero
durante la colonia, con el fin de ahorrar recursos, los colonizadores optaron
por dar a los “indios” coca en lugar de comida, pues eso les resultaba menos
costoso. Es desde entonces que en los Andes la coca se consume para calmar el
hambre y “sustituir” la comida. Defender el “consumo tradicional” de la coca,
no es más que defender la tradición colonial, defender algo que es parte de los
“usos y costumbres” de la colonia y que hoy se defiende en nombre de la
descolonización. Cosas como estas son muy habituales en Bolivia y lo triste es
que son tomadas por otros pueblos que ven a Bolivia como un referente político.
Pero lo más llamativo es –para mí– la exaltación que se hace del “indígena” como un ser que casi viviría en otro planeta o que sería un ser inmaculado. Esta exaltación, que viene bien financiada por países coloniales y que es reproducida por los propios “indígenas”, consiste en referirse al ser colonizado como un ser fuera de las relaciones de dominación y que por lo mismo debería seguir en la condición en la que está, pues “así está bien” (“vive bien”). Entonces adular al “indígena” es una estrategia colonial o neocolonial porque hace abstracción de las condiciones en las que la dominación colonial ha sumido a los pueblos colonizados; peor aún, no solo hace tal abstracción, sino que atribuye esas condiciones y los sentidos producidos en ellas como algo propio de los “indígenas” y por lo tanto, defender a los “indígenas” (paternalismo) seria defender lo que la colonización ha hecho de los colonizados… ahí está la trampa!
Es en esta lógica perversa que muchos
“expertos” en cosmovisión indígena o “indio-logos”, se inventan cada cosa para
sacar provecho, estafando a los que están hambrientos de algún referente
cultural. Hay que estar alertas y cuestionar de manera reflexiva el cómo hoy se
manifiesta la dominación colonial. En este afán de nada sirve el resentimiento
o la bronca contenida. Proyectar una reflexión seria nos obliga a dejar de
asumir el papel de víctimas y al a vez nos obliga a asumirnos como sujetos
políticos. No se trata solo de recordar lo bárbaro que fue la colonización, ni
de quedarse en idealizaciones de las sociedades precoloniales, esas actitudes
harán borrosa, y hasta nos alejaran de, cualquier posibilidad de enfrentar los
retos que este siglo implica para nuestros pueblos.
Nota: Artículo publicado originalmente en facebook en octubre del 2012.
Nota: Artículo publicado originalmente en facebook en octubre del 2012.
bien sentido
ResponderEliminar