martes, 24 de enero de 2017

Huanacuni, un David Choquehuanca sin aspiraciones presidenciales.

Carlos Macusaya

Uno de los cambios más destacados por los medios de comunicación, en relación a la reciente posesión de ministros del gobierno del MAS, fue la sustitución de David Choquehuanca por Femando Huanacuni. El hecho a llamado la atención a muchos e incluso no faltan quienes creen ingenuamente que este cambio en la Cancillería sería la señal de un “giro” en el gobierno. Sin embargo, este cambio o mejor dicho desplazamiento, obedece a “mantener la línea” ya expresada oficialmente en el pasado congreso del MAS, ir por la reelección de Evo Morales.

El resultado del referéndum del pasado año (21 de febrero del 2016), es decir la derrota del Movimiento Al Socialismo, puso en discusión varios aspectos problemáticos en el oficialismo, pero también dio lugar a que las aspiraciones presidenciales de David Choquehuanca se han un problema para la cúpula que maneja el gobierno. Aunque cabe señalar que el ahora ex-canciller, que lee las arrugas de los abuelos y se estimula con papalisa, nunca fue un peligro real para dicha cúpula, empero sí ponía en riesgo el “buen funcionamiento” de algunas organizaciones, sean de El Alto o de las provincias de La Paz.

Las disputas que se dieron a lo largo de estos 11 años entre sectores encabezados por David Choquehuanca y Álvaro García han sido motivo de comentarios “entre los pasillos” y hasta el presente son un “secreto a voces”. De ello un ejemplo: la nominación de Felipa Huanca como candidata del MAS a la gobernación de La Paz fue un logró de Choquehuanca, en desmedro de García Linera y su candidato, Eugenio Rojas (quien ahora es Ministro de Desarrollo Productivo, mostrado sesta designación como está la correlación de fuerzas dentro del gobierno). Los resultados de aquellas elecciones no solo evidenciaron la “lucidez política” de quien hoy es ex-canciller, sino que lo debilitaron más todavía. Con el reciente desplazamiento de Choquehuanca simplemente se ha coronado el final de una disputa que ya se había resuelto tiempo atrás a favor del sector “occidental marxista”, a pesar de los pataleos posteriores de quien salió perdiendo.

La designación de Fernando Huanacuni como reemplazante de Choquehuanca tiene un sentido muy claro: apunta a garantizar que desde la Cancillería no se busque promover otra candidatura ni confrontar en el intento al grupo de García Linera. Es decir, este remplazo apunta a que no se debilite el proyecto de reelección de Evo Morales (y García Linera). Hay que tener muy claro que si bien Huanacuni y Choquehuanca pueden ser considerados iguales en sus discursos, su relevancia o influencia en organizaciones sociales no es la misma. Huanacuni solo influye en algunos grupos místicos que políticamente son irrelevantes y no representan un problema real para quienes dirigen el gobierno; mientras que Choquehuanca, a pesar de su retórica comunitaria, no solo sabe de los “usos y costumbres” nada comunitarios de los dirigentes de las organizaciones sociales, sino que ha acudido a ellos en más de una ocasión en la disputa que ha tenido dentro del gobierno.

Algo que ciertamente reluce como imagen en este cambio en la Cancillería es la similitud del perfil de Huanacuni y Choquehuanca, siendo ambos personajes muy valorados en algunos espacios esotéricos y por consumidores de toda la cháchara promovida por ONG’s sobre “cosmovisión andina”. Esta similitud ayuda al gobierno alejar a Choquehuanca y mantener a la vez la imagen “indígena” que ha promovido a nivel internacional.

No está por demás decir que a pesar de que muchos consideran a ambos personajes como “investigadores de las culturas andinas”, se trata más bien de dos personalidades promotoras de la moda “occidental” del new ege “ancestral” y no tienen nada de investigadores (se trata de charlatanes). Son personas que han difundido ideas que, en función de llenar expectativas externas y de financiadores, han desfigurado los procesos históricos que se han dado en las luchas en Los Andes. Sus planteamientos y afirmaciones sobre la wiphala o el “año nuevo aymaras”, por ejemplo, y a pesar de que gustan a muchos ingenuos, son expresiones de su monumental desconocimiento y de lo ajenos que han estado con respecto a las luchas que se han dado en estas tierras.

Huanacuni, al igual que Choquehuanca, es la personificación de los estereotipos “occidentales” sobre los “indígenas”. Juega a ser un sabio, repitiendo ideas que no tienen sustento histórico; habla de abuelos que no tienen nombre ni pueden ser ubicados ni en el tiempo ni en el espacio; mistifica el pasado “indígena” para justificar los dislates que le han dado fama en algunos círculos místicos; se regodea en una ficción que ha servido para esterilizar los potenciales políticos de muchos “indígenas”. ¿Qué nos podría decir Hunacuni sobre cómo emergió la wiphala, enarbolada por jóvenes aymaras que, en medio de insultos y agresiones físicas, se definían como indianistas? ¿Podría caracterizar los esfuerzos de jóvenes aymaras, como German Choque Condori, por forjar el hoy llamado “año nuevo aymara” como una espacio de afirmación identitaria a finales de los años 70 y principios de los años 80? Por supuesto que no podría decir nada serio, al igual que el señor Choquehuanca.

Me viene a la mente una conversación que tuve con un amigo, al poco tiempo de pasada la anterior reelección de Evo Morales: este amigo había asistido a unas charlas del señor Huanacuni, charlas en las que el ahora canciller se refería a que este tiempo era el tiempo del huanacu, el tiempo de Huancu-ni!. Claro que este anuncio “profético” del supuesto sabio no apuntaba a desplazar a Evo Morales, sino a que él, Huanacuni, era el “guía espiritual” designado por el cosmos. Huanucuni expresaba ya entonces su ánimo de ocupar el espacio que hasta hace poco ocupaba Choquehuanca.

Los dislates de Huanacuni, muy bien acogidos por quienes cultivan prejuicios racistas que aparentan ser “respeto al otro”, no tienen relevancia para comprender la situación de los aymaras en el siglo XXI ni en ninguna época. La Alasita, por ejemplo, desmiente rotundamente toda la cháchara proferida por este tipo de personajes de feria: los aymaras no están preocupados por “preservar” ni “recuperar” su cultura, sino por estar a tono con la época contemporánea. Pero en las ideas religiosas orientalistas de Huanacuni, con fachada andina, lo que no tiene lugar es, lógicamente, aquello que lo desmiente, aquello que deshace esas fabulas.

Sin embargo, lo que importa a quienes dirigen el gobierno en el desplazamiento de Choquehuanca no es la “seriedad” del conocimiento sobre los “indígenas” que el reemplazante posee, sino mantener una imagen y evitar que se generen dentro del propio MAS frentes que debiliten al gobierno en sus intenciones de lograr que se habilite a Evo Morales para una nueva reelección. Huanacuni es un Choquehuanca a nivel discursivo, claro que con más delicadeza, pero sin aspiraciones presidenciales ni vínculos con organizaciones sociales y ello le ha merecido ser la mejor opción para alejar a Choquehuanca. Es decir que se puso alguien que juega un papel que gusta al público exterior y que políticamente es inofensivo dentro del propio gobierno, favoreciendo así a que el grupo que se ha impuesto ya hace tiempo atrás en el gobierno continúe sin mayores inconvenientes en la conducción del mismo.

Muy a pesar de la conocida amistad entre Choquehuanca y Evo Morales, está claro, como se dice en varios espacios, que si bien muchos son evistas, Evo es alvarista. En esta clara postura del presidente, su amigo Choquehuanca ha salido perdiendo y Huanacuni “ganó” un importante espacio para vender su charque, mientras deja tranquilos a quienes mandan.

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