jueves, 23 de agosto de 2018

El influjo indigenista en el indianismo

Por Carlos Macusaya

El iniciarse en las sendas indianistas ha estado marcado por asumir una cuestión de principio: la identificación del indigenismo no solo como algo distinto del indianismo sino como antagónico a él. Un indianista novel, como es de esperarse, puede tener muchas lagunas sobre los sinuosos procesos que a lo largo de su historia han atravesado los movimientos indianistas, pero tiene bien presente que no se puede confundir indigenismo con indianismo y si alguien lo llama indigenista esto es para él una ofensa. Y es que la oposición frente al indigenismo es un aspecto que marca desde un inicio la militancia indianista.

Por ejemplo, Ayar Quispe (1966-2015), inspirado en Ideologías indigenistas y movimientos indios (1982), de Marie-Chantal Barre, dice enfáticamente que “el indianismo es el arma que sirve y favorece a los intereses del indio oprimido y el indigenismo es el arma que sirve y favorece a los intereses del q’ara opresor”[1]. En la misma perspectiva y ubicando históricamente al indigenismo, Willi Copari, ex-miembro del Movimiento Universitario Julián Apaza  (MUJA), afirma:

…el indigenismo en países como Ecuador, Perú y Bolivia tiene origen en el romanticismo literario criollo de fines del siglo XIX y que evoluciona en el XX a una política estatal de protección de los indios frente a los abusos del gamonalismo feudal republicano, hasta convertirse en un programa de integración del indio a la vida nacional moderna que en Bolivia aflora en el régimen de la Revolución Nacional del MNR. Pero el indigenismo no se reduce al liberalismo y al nacionalismo MNRrista, sino que se ve un indigenismo de izquierda marxista, en especial, en la postura del peruano Mariátegui.[2]

En términos muy generales, se puede decir que indigenismo llegó a ser una de las corrientes culturales más influyentes de la primera mitad del siglo XX y alimentó los nacionalismos de varios países del continente en base a una figura indígena específica, la cual era tomada como raíz histórica y símbolo de tal o cual Estado: los aztecas en México, los incas en Perú, los guarnís en Paraguay o los aymaras en Bolivia.

Los debates sobre los “indios” que se dieron desde la colonización del “nuevo mundo” pueden ser considerados como antecedentes del indigenismo en tanto habían posturas de asimilación que buscaban argumentar la humanidad de los indios y su derecho a recibir la palabra del Dios europeo para así ser explotados “humanitariamente”, ello en contrapartida de quienes justificaban su exterminio. Un ejemplo de ello fue la polémica entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en Valladolid (1550 y 1551).

Su origen social está entre las poblaciones “no indígenas” que de una u otra manera se referían o representaban a los indígenas de manera paternalista. Se trata de artistas, escritores y políticos que al ser parte de las poblaciones que dominaban a los “indígenas” tenían acceso a varios elementos que no estaban al alcance de sus dominados, por ejemplo, la educación formal. En ese sentido, se trata de la mirada de los “no indígenas” sobre los “indígenas”; pero además es la  expresión de una relación de poder en la que unos podían decir, definir y caracterizar lo que son y no son los otros. Si bien sus manifestaciones iniciales fueron artísticas y literarias, también se expresó en políticas de asimilación estatal durante el siglo XX. En Bolivia, como lo señala Coapri, fue con el MNR que esta corriente llegó a tener trascendencia desde el Estado.

En contraste, el indianismo (como el katarismo) surge de entre las poblaciones consideradas “indígenas” o “indias” en la segunda mitad del siglo XX en Bolivia, pero no en el área rural, sino en la ciudad de La Paz. Con el proceso de modernización estatal dirigido por el MNR desde 1952, los “indios” fueron migrando a las zonas periféricas de las pequeñas urbes, ocupando espacios laborales formales e informales; pero además empezaban a ser parte de la educación formal. De entre esta población surge el indianismo, enarbolando la identidad inda como arma de denuncia y combate, denunciando el racismo como mecanismo de poder, resignificando elementos simbólicos, perfilando una voluntad política con el ideal de que los indios deberían organizarse para gobernar Bolivia por ser mayoría, etc. Los primeros indianistas tenían cierto grado de formación escolar e incluso universitaria, lo que les permitió ir formando un discurso rudimentario pero cuestionador, que además se estrelló contra el indigenismo por su papel en la dominación sobre los indios.

Sin embargo, es bueno hacer notar que la postura de confrontación indianista hacia el indigenismo no se encuentra en el documento fundacional del Partido Agrario Nacional (1960), en cambio, si se la encuentra en las obras que Fausto Reinaga (1906-1094) escribió en su etapa indianista (1964-1971). Por ello es plausible pensar que la confrontación indianista con el indigenismo tiene sus antecedentes más importantes en estas obras, y de hecho, la formación ideológica de los militantes indianistas ha estado signada por mucho tiempo por las lecturas de los libros de Reinaga. Así, quienes leían La revolución india, entre otras cosas, asumían sin dubitaciones el deslinde que su autor hizo entre indianismo e indigenismo, por ejemplo, de las siguientes maneras: “…el indigenismo es asimilación, integración en la sociedad blanco-mestiza; a diferencia de esto el indianismo es: el indio y su revolución”[3] o “…el indigenismo es una subideología que va contra el indio. El indio por naturaleza, principio y acto, debe y tiene que ser no solo anti-indigenista; sino el indio tiene que ser enemigo del indigenismo”[4].

Los lectores de Reinaga saben muy bien del antiindigenismo que se encuentra en sus libros indianistas, lo que es una de las primeras cosas que se asume al iniciarse en esta corriente. Empero, el indianismo de Fausto Reinaga lleva la huella del indigenismo, pues buena parte de su perspectiva indianista tiene inspiración indigenista. A cualquier lector medianamente atento no se le irá el hecho de que, por ejemplo, Reinaga en su Manifiesto del Partido Indio de Bolivia cita dos veces al reconocido indigenista peruano José María Arguedas (1911-1969). Además, otra de las personalidades del indigenismo peruano, Gamaliel Churata (Arturo Peralta Miranda, 1897-1969) fue amigo suyo. Incluso, fue Churata quien vinculó a Reinaga con un escritor que terminó influyendo mucho en lo que fue posteriomente su pensamiento amáutico: el también peruano Guillermo Carnero Hoke (1917-1985).

Ahondar sobre las ideas de distintos escritores indigenistas que Reinaga fue asumiendo y expresando en su indianismo[5] es algo que rebasa los propósitos de este pequeño trabajo. Acá solo haré algunos apuntes que se refieren a la influencia de otro conocido indigenista peruano, Luis Eduardo Valcárcel Vizcarra (1891- 1987), y como estas ideas se relaciona, en el indianismo de Reinaga, con lagunas interpretaciones de Guillermo Carnero.

Ya en el primer trabajo publicado de Fausto Reinaga, Mitayos y Yanaconas (1940), Valcárcel es citado en muchas oportunidades y en especial para caracterizar la sociedad inca. Los trabajos de Valcárcel que se citan ahí son: Del Ayllu al Imperio, Tempestad en Los Andes y un artículo titulado Apuntes para la filosofía de la cultura incaica, publicado en La Prensa, Buenos Aires (1931). En general, cuando Reinaga se refiere al pasado precolonial en su primer libro, al pasado incaico en específico, lo hace apoyándose fundamentalmente en las aseveraciones de Valcárcel. Esto será algo de lo que no se desmarcará a lo largo de su vida y si bien Valcárcel no es citado en muchos de sus trabajos posteriores, la idealización que este hace del pasado incaico es algo tan interiorizado por Reinaga que forma “parte intima” de su manera de pensar al “indio” precolonial y lo que haría a su ser.

No debe pasar inadvertido que Luis E. Valcárcel hace el prólogo del La Revolución India. Pero también es citado al comenzar el capítulo primero (El mundo y occidente) del mencionado libro y al inicio del acápite Preamérica del Manifiesto del Partido Indio de Bolivia. Sin embargo, estas observaciones pueden ser muy formales y estériles si dejamos de lado dos aspectos (además de los antecedentes de la influencia de Valcárcel en el pensamiento de Reinaga): el contenido de la cita y la relación de ese contenido con el discurso indianista.

A este respecto, llama la atención la secuencia y relación entre lo que dice Valcárcel sobre la periodización de la historia con lo que dice Reinaga en la Tesis India (1970) sobre el mismo asunto, todo ello como crítica a la versión europea de la “historia universal”. Valcárcel señala: “Para su etnocentrismo [se refiere a los europeos], la raza y la cultura por excelencia son las suyas. La historia universal es la historia de Europa: su clásica división en antigua, media y moderna se basa en acontecimientos europeos”.[6] Por su parte, Reinaga expresa que “La división de la historia de América que ha hecho occidente, no es válida para el indio”[7] y, por lo tanto, considera que “Burguesía, proletariado, campesinado, son las clásicas clases sociales de occidente, de Europa; que en Indoamérica, concretamente en Bolivia, no son más que una superestructura grosera y ridícula”.[8] Esta influencia tendrá cierta utilidad para cuestionarse la esquematización hecha en los manuales sobre marxismo.

En lo que respecta a las citas que Reinaga hace de Valcárcel en La Revolución India y en el Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, las mismas apuntan a remarcar la radical diferencia, en sentido de superioridad e inferioridad, de la cultura incaica con relación a la cultura europea: “[los europeos] Nunca pudieron admitir que las otras culturas americanas produjeran nada igual o superior a la europea… como la superioridad de la conducta moral los peruanos…”.[9] Lo que no pudieron hacer los occidentales fue logrado en la sociedad inca, y en específico por el ordenamiento estatal incaico, pues “No hubo en el imperio un mendigo… Nadie recibía más porque nadie debía recibir menos. El Estado [inca] regulaba la vida económica en toda su extensión”.[10]

La forma en la que Valcárcel entiende la sociedad inca, y en especial el papel del Estado Inca, es algo que seduce a Reinaga y asume tal interpretación sin dubitaciones. Refiriéndose a ese pasado, señala:

En el pasado el indio edifica el Imperio de los Inkas. ¿Dónde, en que época el occidente ha logrado una sociedad como aquella del Tawantinsuyu, en que no se conoce ni hambre ni frío; ni dolor ni desesperanza? Una sociedad donde practica como un rito religioso el principio de Marx: ‘de cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad’. O ¿qué otra manda sino eso el ‘ama llulla, ama sua, ama khella del inkanato?[11]

Pero incluso Reinaga cree que en el incario vivían “millones de seres sin mancha ni pecado”[12].

En el prólogo de La Revolución India, Valcárcel hace comparaciones destinadas a mostrar la grandeza del pasado incaico:

…ahí está como vivo testimonio sus gigantes terrazas agrícolas que dejan minúsculas a los jardines de Babilonia, y sus prodigiosas obras de irrigación muchísimo mayores a las de Mesopotamia, y su agricultura, la más antigua del mundo según recientísimos descubrimientos, y su ganadería de auquénidos antiquísima y única en América, y sus plantas alimenticias domesticadas, como la papa que ha hecho la grandeza de Alemania y ha salvado a Siberia de su mortal esterilidad, y sus técnicas y sus artes que asombran hoy al mundo contemplando sus obras en  los museos más famosos de todos los continentes, superando nuestros tejidos a los de Persia… la no imaginada grandeza de la Cultura Andina.[13]

Esta es una de las características del indigenismo de Valcárcel: el esfuerzo por mostrar un pasado superior al de los europeos, por eso el citado se pregunta “¿Cómo no enorgullecerse el pueblo indio de su glorioso pasado?”.[14]

El pasado glorioso que el indigenismo ha pintado es la fuente de inspiración del futuro “indio”, pues se trata de ir “por la misma ruta que siguieron sus más lejanos antepasados”.[15] Esto sería algo irrenunciable para Valcárcel y el indio inafectado, no “contaminado”, sería el tesorero de ese futuro engendrado en el pasado:

Jamás podríamos renunciar a esa admirable herencia, pese a los siglos de cruel predominio de gentes ajenas, que intentaron vanamente segar las fuentes de nuestro porvenir. El indio de hoy, el comunero no infectado por la “Civilización’”, conserva el tesoro de sus virtudes y es capaz de retomar el camino de su legítimo desarrollo.[16]

Esta idea del pasado como fuente de inspiración, por haber sido, supuestamente, algo carente de los problemas del mundo occidental, se articula con otras ideas en el indianismo de Reinaga. En el introito de La Revolución India, Reinaga coloca una extensa cita del libro Nueva teoría para la insurgencia (1968) de Guillermo Carnero Hoke, cita en la que se afirma que: “Preamérica fue socialista durante más de cien siglos y alcanzó un tipo de gobierno ético que bien podría servir de modelo u orientación al hombre contemporáneo a fin de que salga de su crisis”.[17]

Hoke entiende que la sociedad precolonial en estas tierras llegó a ser un “socialismo científico sin pasar por las violentas etapas del feudalismo y la burguesía”[18] y Valcárcel considera que “No hubo en el imperio (Inca) un mendigo”[19] (Mariátegui, quien también influyó en Reinaga, se refiere a la sociedad inca como “comunismo inkaico” y “comunismo agrario”).[20] Estas ideas “retumban” en el indianismo de Fausto Reinaga, quien habla de un “socialismo indio”[21]. Claro que la influencia de Valcárcel (como la de Mariátegui) es muy temprana en su obra, a diferencia de la de Hoke. En el caso del libro de Carnero Hoke le llega a Reinaga en un tiempo en el que él ya está trabajando en el indianismo y le cae “como anillo al dedo”.

Si bien Reinaga tiene una crítica contra el indigenismo, marcada por expresiones ácidas, dicha crítica apunta básicamente a descalificar a quienes escriben sobre el indio, pero no a criticar la forma en que el indio es idealizado por los indigenistas. Para Reinaga el problema es que los “cholos-mestizos” viven escribiendo sobre el “indio”, empero, deja intacta la imagen romántica que sobre el indígena ha hecho el indigenismo del que se alimentó. Se puede decir que el piso sobre el que se apoya el indianismo de Reinaga cuando se refiere al paso está hecho de las ideas indigenistas, entre ellas, las más resaltantes, las de Valcárcel.

No debería “horrorizar” la influencia del indigenismo en el indianismo, aunque muchos indianistas crean que el indianismo es algo “puro” o que debe ser purificado. Lo cierto es que, en palabras de Gustavo Cruz, “los autores peruanos son especialmente importantes para Reinaga, pues son los que desde el indigenismo permiten a Reinaga avanzar hacia el indianismo”.[22] Además, en la época en la que se forma el indianismo, el mundo de las ideas indigenistas eran muy influyente y quienes se acercaban a “lo indio” lo hacían con esa influencia. Es una cuestión social, no voluntad de un simple individuo. Si bien por una parte el indigenismo puede ser visto como lo que los “otros” dicen de “nosotros”, no habría que descuidar como influenció en el indianismo en general y en específico en el indianismo de Fausto Reinaga.

El presente artículo es una versión arreglada de un subtítulo del mi libro Desde el sujeto racializado. Consideraciones sobre el pensamiento indianista de Fausto Reinaga, Ed. MINKA, La Paz, 2014.




[1] Ayar Quispe, Indianismo, Ed. Pachakuti, Qullasuyu, 2011 p. 20
[2] Willy Copari, El objetivo estratégico de la descolonización. En Pukara n° 58, La Paz, junio del 2011, p. 3.
[3] Fausto Reinaga, La revolución india, Ediciones Fundación Amaútica Fausto Reinaga, 2a edición,  La Paz, 2001, p. 136.
[4] Ibid., p. 138.
[5] Valdría la pena estudiar la influencia que Franz Tamayo (uno de los representantes del indigenismo en Bolivia por su Creación de la pedagogía nacional) ha tenido en el indianismo de Reinaga. De hecho, en su libro Franz Tamayo y la Revolución Nacional, el cual es una crítica muy interesante a Tamayo, Reinaga dice: “yo era un idólatra de Franz Tamayo”. Fausto Reinaga, Franz Tamayo y la Revolución Nacional, Ed. Casegural, La Paz-Bolivia, 1956. p. 5. En el pensamiento indianista de Reinaga se puede percibir la influencia de Creación de la pedagogía nacional.
[6] Luis E. Valcárcel, “El imperio de los incas y la unidad de la cultura andina”. Citado en La Revolución India, p. 81.
[7] Fausto Reinaga, Tesis India, Tesis India, Ed. Partido Indio de Bolivia (PIB), 3ra edición, La Paz- Bolivia: 2006, p. 28.
[8] Fausto Reinaga, La Revolución India, p. 54.
[9] Luis E. Valcárcel, citado en La Revolución India, p 83.
[10] Luis E. Valcárcel, citado en el Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, Ediciones Partido Indio de Bolivia (PIB), La Paz, 1970, p. 21.
[11] Fausto Reinaga, La Revolución India, p. 41.
[12] Fausto Reinaga, Tesis India, p. 13.
[13] Luis E. Valcárcel, citado en La Revolución India, p. 12.
[14] Ibid.
[15] Ibid.
[16] Ibid., p. 10.
[17] Guillermo Carnero Hoke, citado en el Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, p. 18.
[18] Guillermo Carnero Hoke, citado en La Revolución India, p. 16. Hay un detalle en el libro Nueva teoría para la insurgencia de Carnero: en la nota a la segunda edición se encuentra la llamativa frase PODER INDIO (así, en mayúsculas), lo que invita a problematizarse si esta idea, presente en La revolución india, no sería una reformulación de la idea de Poder Negro sino que tal vez fuera tomada del libro de Carnero o, posiblemente, una combinación de ambas. Véase: Guillermo carnero Hoke, Nueva teoría para la insurgencia, Ed. Amerindia, 1968, p. 6.
[19] Luis E. Valcárcel, citado en el Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, p. 21.
[20] José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, p. 55.
[21] Fausto Reinaga, Tesis india, p. 84.
[22] Gustavo Cruz, De José Félix a Rupaj Katari: El escritor indio. En revista Willka, n° 5, El Alto-Bolivia, 2011, p. 30.

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