miércoles, 3 de agosto de 2022

Contrastes y limitaciones en el indianismo (primera parte)

Por Carlos Macusaya Cruz

Para el indianismo lo que fue el pasado precolonial y lo que significó la colonización, son dos aspectos ilustrativos de sus limitaciones y de sus falencias. Reinaga entiende lo que fue el pasado, el Tawantintuyu Inka[1] fundamentalmente, a partir de sus lecturas indigenistas. Y como ya se ha hecho notar, él es crítico ácido de los indigenistas; pero no critica la imagen idealizada que estos han hecho del “indio”. Por ejemplo, Reinaga dice:

En el pasado el indio edifica el Imperio de los Inkas. ¿Dónde, en que época el occidente ha logrado una sociedad como aquella del Tawantinsuyu, en que no se conoce ni hambre ni frío; ni dolor ni desesperanza? Una sociedad donde practica como un rito religioso el principio de Marx: ‘de cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad’. O ¿qué otra manda sino eso el ‘ama llulla, ama sua, ama khella del inkanato?[2]

Reinaga ve un pasado ideal, soñado, y para ello no solo influye el indigenismo, sino también el libro El retorno de los brujos –libro que coquetea con la ciencia-ficción–, del cual nos da una cita que dice así: “los grandes trabajos no fueron realizados con útiles de tallar piedra, sino con una pasta radioactiva que roía el granito”.[3] Reinaga no puede ver críticamente las fuentes de las que se nutre para interpretar el pasado e incluso cree que antes de la colonización en estas tierras vivían “millones de seres sin mancha ni pecado”.[4] El antes de la colonia, el Tawantinsuyu, para Reinaga es algo visto en términos religiosos como “El paraíso”.[5]

Esta idealización –como ya se ha dicho– la arrastra desde su primer trabajo publicado, Mitayos y yanaconas. Pedro Portugal dice al respecto:

A pesar de su adscripción al análisis marxista, Reinaga niega la existencia de clases sociales en el incario. Admite la existencia de estamentos, como característica de toda sociedad primera teocrática. El autor, en mi opinión, crea él mismo un escollo en su análisis.[6]

Este escollo es básicamente el fruto de la influencia indigenista y de otras lecturas, como el Retorno de los brujos; trabajos que son ciegamente asumidos por nuestro autor.

Pero el pasado precolonial no estaba exento de contradicciones sociales que, como hacen notar Jorge Arellano López y Eduardo E. Berberaián en su pequeño trabajo Mallku: El señorío post-tiwanaku del altiplano sur de Bolivia, se expresaban en los entierros: algunos muertos eran enterrados de manera simple y otros eran colocados en chullpares junto a varios objetos y “acompañantes”,[7] lo que evidencia diferencias de clase. Claro que Reinaga no era investigador y pasó por alto muchos problemas; pero eso no quiere decir que nosotros hagamos lo mismo.

Consideremos que para Reinaga la referencia estatal antes de la colonia es el Tawantinsuyu y en especial el Kollasuyu. Nathan Wachtel nos dice que en el Tawantinsuyu las jerarquías sociales se manifestaban en la división territorial-administrativa del incario, así Collana (grupo de jefes) estaba relacionado con el Chinchasuyu; Payan (grupo mixto constituido por los servidores de los incas) estaba relacionado al Antisuyu); Cayao (población vencida) estaba relacionado al Collasuyu y, por último, el Contisuyu se relacionaba a una combinación entre payan y cayao.[8] Nótese que el Collasuyu (Reinaga escribe: Kollasuyu) estuvo relacionado a una categoría de población vencida, algo de lo que la idea indianista del pasado se desentiende.

No está por demás mencionar que varios grupos étnicos del Kollasuyu participaron en la expansión Inka. El historiador aymara Roberto Choque, apoyándose en Waldemar Espinoza, dice: “durante la última etapa de la expansión incaica, los charka, karakara, chuy y chicha participaban en la conquista de Chachapoyas, cayampis, cañaris, quitos, quillacincas, guayaquiles y popayanis”[9]. El pasado precolonial no fue una “tasa de leche” ni un lugar donde vivieran “millones de seres sin mancha ni pecado”, como creía Fausto Reinaga; lo que no significa que debamos atormentarnos por ello sino tomar el tema con seriedad.

Además, la conquista española fue posible solo a partir de que en el incario había contradicciones sociales, las cuales fueron bien aprovechadas por los invasores. No fueron los españoles los que derrotaron al ejército Inka. Los inkas fueron derrotados por otros grupos étnicos aliados a los españoles.[10] El Tawantinsuyu no estuvo al margen de contradicciones sociales y esto es algo de lo que el indianismo en general prefiere desentenderse; pero el que el pasado precolonial no haya sido un “paraíso” es algo que debe ser estudiado y analizado seriamente. En esta labor el indianismo pierde su fuerza y se vuelve en un obstáculo. En lugar de darnos luces, oscurece el tema.



[1] Escribo la palabra Inka con k como Reinaga lo hace, siguiendo a Valcárcel, para no generar confusión.

[2] Fausto Reinaga, La Revolución India, p. 41.

[3] Fausto Reinaga, Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, p. 22.

[4] Fausto Reinaga, Tesis India, p. 13.

[5] Fausto Reinaga, Manifiesto del Partido Indio de Bolivia, p. 24.

[6] Pedro Portugal Mollinedo, “‘Mitayos y yanaconas’: La etapa marxista del pensamiento de Fausto Reinaga”. En Pukara n° 82, junio del 2013, p. 7.

[8] Nathan Wachtel, “Las estructuras del Estado Inca”. El Estado desde el horizonte histórico de nuestra América. Coeditado por la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y la Universidad Nacional Autónoma de México- Postgrado en Estudios Latinoamericanos, 2014, p. 46-47.

[9] Roberto Choque Canqui, “Los aymaras y la cuestión nacional”.  En El Estado desde el horizonte histórico de nuestra América, p.122.

[10] El año 2004 en Puruchuco-Perú se descubrieron “restos óseos (que) ayudaron a desmentir las absurdas crónicas españolas sobre el proceso de conquista del Imperio Incaico”. Véase: http://www.forosla.com/la-verdad-sobre-la-conquista/


No hay comentarios:

Publicar un comentario