El surgimiento del
Año Nuevo Aymara
Historia de una ceremonia formada en el siglo XX
Carlos Macusaya Cruz
“Año nuevo andino amazónico” es
el nombre que se le ha dado, desde hace un par de años atrás, a un tipo de
festejo que antes fue más conocido como Wilka Kuti, Machaq Mara o Año Nuevo Aymara.
Dejando de lado algunos apuntes sobre estas nominaciones cabe señalar que la
celebración que se hace el 21 de junio, en distintas partes, ha sido presentada
y posicionada como el reconocimiento de una tradición milenaria; pero en
realidad, esta celebración tiene sus orígenes a finales de los años 70 e
inicios de los 80 del siglo XX. Surgió por iniciativa de “un reducido grupo de
estudiantes indígenas aymaras del Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA)”[1] y
como parte de la irrupción político cultural del indianismo y el katarismo.
Entre 1960 y 1971 emergió el
indianismo, sentando los elementos básicos en la politización de la “etnicidad”
en los andes de Bolivia y apuntando hacia el accionar independiente del “indio”
en la lucha por el poder estatal. Entre 1973 y 1980, desde el sindicalismo
campesino, se formó e irrumpió el katarismo, estableciendo relaciones con sectores
de la izquierda y de la “iglesia progresista”, diferenciándose del indianismo y
enfrentándolo. La fundación de la organización indianista Movimiento Indio
Tupaj Katari (MITKA), en 1978, obliga a que los kataristas formen con cierta
precipitación el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (MRTK). Esta
formalización de diferencias entre indianistas y kataristas, acaecida a finales
de los 70, se produce con la participación de varios jóvenes aymaras que en la
UMSA habían refundado el Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA)[2].
Germán Choque Condori[3]
y Moisés Gutiérrez Rojas[4]
trabajaron, junto a otros estudiantes, en la refundación del MUJA tras conocerse
en la Carrera de Filosofía de la UMSA, en un tiempo en el que enarbolar la
identidad aymara era parte de una lucha que se desarrollaba en un escenario difícil
y complicado, donde había que enfrentar las taras de la casta “blancoide” que
los propios aymaras habían interiorizado. Gutiérrez recuerda de esos años lo
siguiente:
el
MUJA empezó a cobrar vitalidad, pero al interior de la UMSA éramos totalmente
marginales en el sentido de que mucha gente vivía con eso de la alienación (…)
era una vergüenza reconocerse como aymaras (…) Era una etapa bastante hostil
bastante adversa (…).[5]
En la década de los 70, los
gobernantes del país (dictadura de Banzer), barajaban la posibilidad de
“importar blancos” desde Sudáfrica. Incluso, un parlamentario sudafricano, de
nombre Jan Foley, llegó a Bolivia para evaluar las condiciones “del terreno” para
dicha “importación”. Foley afirmó que “[Los indios de Bolivia] tienen una
inteligencia comparable a la de nuestros negros” y expresó su satisfacción con
la “relación racial” que encontró en nuestro país, pues como en Sudáfrica, se
practicaba una discriminación mediante la cual la minoría “blanca” mantenía a
los “indios” –en sus propias palabras– “en el lugar que verdaderamente les
corresponde”, “la única diferencia está en que ellos [los bolivianos] lo hacen
calladamente sin publicarlo al resto, así que desde ese punto de vista, los
sudafricanos blancos [en Bolivia] se sentirán como en casa”.[6]
Daniel Sirpa Tambo, quien en
los 80 fue parte del Centro Chitakolla,
relata la forma en la que la izquierda en la UMSA tomaba las iniciativas de
indianistas y kataristas. Cuando él estaba aún cursando el colegio asistió a
una presentación de candidatos para una elección de la Federación Universitaria
Local (FUL) en la que participó el MUJA y
[los izquierdistas] los
hacían pelota, se burlaban de ellos, se reían; cuando empezaba hablar el
candidato (…) empezaba hablar German Choquehuanca, la gente [de izquierda] se daba la vuelta [y murmuraban] “estos son
agentes de la CIA” (…) y los hacían corretear a los hermanos [del MUJA].[7]
Fue en ese tiempo, marcado por
el racismo explicito, que se desarrollaron los esfuerzos de los jóvenes del MUJA,
y en general, de los militantes indianistas y kataristas. En ese escenario
adverso, el MUJA se introdujo en la dinámica política estudiantil de la UMSA, también
funcionó como un espacio que albergaba expresiones artísticas, como el grupo
musical “Khantati”, entre cuyos integrantes estaban Zenobio Quispe, Samuel
Mamani y Moisés Calleconde. En el MUJA se conjugaba la actividad política con
la actividad cultural, buscando distintas formas de afirmar una identidad. Estos
jóvenes, entre sus actividades, solían tener charlas problematizándose aspectos
de otros pueblos. Moisés Gutiérrez recuerda que en una de esas conversaciones
salió el tema de tener un año nuevo propio:
Al hablar de temas históricos habíamos considerado en una ocasión: si los
judíos tienen su año nuevo judío y los chinos también tienen su año nuevo, y
nosotros como aymaras también tenemos que tener un año nuevo… debería haber esa
celebración.[8]
Moisés Gutiérrez Rojas
Entre 1978 y 1979, German
Choque había elaborado “los primeros borradores”[9] de
un calendario que recién logró publicar el año 1981 bajo el título de “MARAWATA. Ensayo del calendario Histórico
Indio, 5to Sol 489” y firmando como “Kara Chukiwanka”. El nombre que el
autor le dio a su trabajo empieza con la unión de dos palabras, una aymara
(mara) y otra quechua (wata), que quieren decir año, y junto al resto del
título y el contenido del trabajo expresan la intención de justificar la
celebración de un año nuevo propio, inspirado en el Intiraymi que se celebraba
en el incario y que en la primera mitad del siglo XX fue “recuperado” por
antropólogos en Cusco-Perú. Pero además, brinda una “datación” temporal que ha
sido tomada hasta el presente: “5to Sol 489”. Entiéndase eso de “5to Sol” como
cinco mil años. Moisés Gutiérrez puntualiza como se definió los años a
celebrar:
se
contabilizaría de que hasta la llegada de los españoles, digamos, era hasta el
año cinco mil… entonces se agregaba
sucesivamente [los años posteriores], ¿no es cierto? Entonces eso ha sido la
idea inicial[10].
German Choque, a finales de los
70, cuando tenía ya algunos borradores de su calendario, buscó la forma de
celebrar un Intiraymi reinterpretado por él y con esa firme intención realizó
un viaje. La razón del viaje y los resultados son relatados de la siguiente
forma:
en 1979 cuando
viajé a Tiwanaku
para diagnosticar la conciencia que tenían nuestros hermanos sobre el
Intiraymi. Llegué al pueblo de Tiwanaku para proponer la práctica del
recibimiento del tata Inti el 21 de junio, sin embargo cuando conversé sobre
esto con los vecinos ellos cuestionaron e incluso un hermano aymara me llamó
diablo y “saxra” y que ellos sólo reconocían el 1 de enero como año nuevo
cristiano[11]
German Choque buscaba encontrar
“evidencias” en la conciencia de los pobladores de algo que él consideraba una
“práctica milenaria” y propia del lugar, pero solo encontró rechazo ante sus
propuesta de celebrar un año nuevo propio el 21 de junio. Aun así persistió en
su intención y al siguiente año volvió al lugar con otros miembros del MUJA.
Choque también menciona que en 1981, los jóvenes de MUJA, afanados por realizar
un año nuevo propio y viéndose a sí mismos como jóvenes inhabilitados para
hacer la ceremonia buscaron alguna persona mayor que pueda hacerlo por ellos.
Se toparon con un yatiri que, contrariando las ideas que estos jóvenes tenían,
hablaba en sus rezos de la virgen María, de los santos y se persignaba, como
hacen la inmensa mayoría en el área rural. Choque comenta de esa experiencia:
Esto nos
desilusionó razón por lo que seguimos buscando otro Yatiri que esté de acuerdo
a la ritualidad y espiritualidad Aymara, sin embargo no existía ahí, de seguro
que sí en las comunidades alejadas, pero era demasiado tarde para trasladarse a
dichas comunidades. Ni modo, preguntamos por algunas personas que estaban
haciendo la labor de catequistas aymaras y entre ellos encontramos al hermano
mayor Rufino Paxi y otros. Nos decidimos por este hermano y pensamos que en lo
venidero podría cambiar su cristianismo por la espiritualidad Qolla.[12]
Hace su aparición Rufino Paxi,
a quien los “especialistas” consideran como el promotor del año nuevo Aymara. Sin
embargo, su participación en esta celebración empezó siendo fruto de lo
accidentado de la iniciativa de los jóvenes del MUJA, aunque su relación
circunstancial con iniciativas indianistas tiene otro antecedente. En 1977,
CIPCA organizó un concurso de poesía sobre Tupaj Katari y en el cual participó
Felipe Quispe Huanca (el Mallku), siendo por entonces ya un militante
indianista y muy ocupado en la organización del MITKA. Quispe, además de
señalar que en ese concurso ganó “el premio de una miserable picota”[13],
indica que invitaron a una reunión indianista, realizada en la casa de su
suegro, a algunas de las personas que participaron en ese concurso, entre ellos
Rufino Paxi[14].
Posiblemente esta experiencia que Paxi tuvo con los indianistas, que estaban
buscando militantes para lo que sería el MKTKA, lo sensibilizó y ello
contribuyó a que años después accediera a participar en un ritual organizado
por jóvenes del MUJA.
En 1982, un año después de la
experiencia de buscar un mayor para el ritual y de “conformarse resignadamente”
con el yatiri Rufino Paxi, los jóvenes del MUJA volvieron a Tiahuanaco. Choque
menciona:
portando un par de wiphalas
llegamos al pueblo de Tihuanaco donde preparamos el ritual e invitamos al
hermano Rufino Paxi (…) Por
entonces ese hermano todavía mencionaba los santos y la virgen correspondientes
al catolicismo a lo cual dijimos: “¿qué vamos a hacer?”, y otro hermano decía:
“seguro irá cambiando” y evidentemente este hermano fue cambiando desde aquel
primer impulso que le dimos los jóvenes.[15]
Listos para recibir los
primeros rayos del sol, los jóvenes del MUJA, junto al yatiri Paxi, se
dirigieron al centro arqueológico de Tiahuanaco[16],
pero un funcionario del Instituto Nacional de Arqueología (INAR) que apellidaba
Condori les impedía el paso hasta que, luego de tanto insistir, pudieron
convencerlo para poder ingresar al lugar y realizar el ritual que venían
proyectando desde hace un par de años atrás.
Estuvimos descalzos y con las
palmas de las manos hacia arriba y hablando de todas las cosas que habíamos
hecho y lo que pensábamos hacer, recibimos la fuerza y la energía de los rayos
sagrados del Tata Inti voceando con fuerza y energía “Jallalla Mara t’aqa”,
“Jallalla Machaq Mara”, “Jallalla Intiraymi”, “Jallalla Tawantinsuyu” y otros
Jallalla. Luego un par de hermanos cambiaron sus nombres cristianos por nombres
Qollas y otro manifestó que se iba a casar el 21 de junio.[17]
Esa
ceremonia podría ser considerada como el nacimiento de lo que posteriormente
sería conocido como Año Nuevo Aymara. Se había efectuado luego de transcurrir
un periodo previo, un periodo de gestación, entre 1978 y 1981, desde que en las
conversaciones del refundado MUJA surgió la idea de tener un año nuevo propio y
de visitar Tiahuanaco, además de que por entonces German Choque había elaborado
un calendario como justificación de la ceremonia y que él consideraba expresión
autentica del Intiraymi.
Según
cuenta Choque, él continúo participando de la celebración hasta mediados de los
80, pero se alejó por cómo fueron desenvolviéndose los hechos y decidió promover
la ceremonia en otros sitios:
El año 1985 5to. Sol 493 fue la
última vez en esa década que estuve en Tihuanaco por cuanto ví que el Intiraymi
fue distorsionándose por la acción de ciertas personas que a través del Machaq
Mara sólo buscaban fines comerciales procristianizantes y político partidistas.
Los posteriores años me trasladé a Copacabana, Tikina y Puno y a otros
contextos territoriales como a Europa para difundir, recordar y festejar el
Intiraymi.[18]
Germán Choque Condori
Si bien Choque menciona que se
puso a difundir el festejo del Intiraymi como una forma de recordar una
celebración milenaria, cabe señalar –una vez más– que en Cusco, desde la
segunda mitad del siglo XX, se hacía la celebración de dicha fiesta cada 24 de
junio. Por otra parte, la “distorsión” comercial que señala fue algo que tomó
mayor relevancia en los años posteriores, en la medida en que el acto se
masificaba y así se iba desplazando el sentido que sus iniciadores le dieron a
la ceremonia:
a
fines de la década de los años 80 comenzaron a llegar universitarios, turistas,
luego fotógrafos de periódicos, la radio y la televisión; más turistas
nacionales y extranjeros. Así la celebración empezó a cobrar nuevos
significados.[19]
Es pertinente añadir que esta
celebración fue posicionándose en la segunda mitad de los años 80, en un tiempo
en el que el multiculturalismo se volvía en la referencia ideológica máxima
para el trato con los “otros”, en el caso de Bolivia, para con los “indios”.
Las políticas de la diferencia ganaban terreno ofreciendo recursos y se basaban
en una serie de estudios y eventos, que tienen sus antecedentes en los años 70,
promovidos por organismos internacionales. Se trataba de buscar diferencias de
“naturaleza” cultural, rentables para los operadores locales y que pudieran servir
de excusa en un trabajo de “preservación y respeto a las diferencias” sin
cuestionar como esas diferencias habían ido formándose en situaciones concretas.
Por lo expuesto, queda claro
que la celebración que se hace cada 21 de junio, y que ahora se llama “Año
Nuevo Andino Amazónico”, nació no en tiempos inmemoriales sino a finales de los
años 70 e inicios de los 80. Por aquel entonces, las diferencias entre
indianistas y kataristas habían llegado no solo a formalizarse sino a un nivel
de confrontación, y hubieron jóvenes inquietos que estaban íntimamente
vinculados a estos movimiento, como los del MUJA. Fueron estos jóvenes,
destacando entre ellos German Choque, quienes dieron vida a una ceremonia hoy
considerada “ancestral”. Por lo tanto,
no se trata de una fenómeno ajeno a los procesos históricos o que responda a
una imaginada “memoria larga”, aunque sus propios promotores la hayan
presentado como una “práctica milenaria”.
Téngase en cuenta, por ejemplo,
que los jóvenes de la primera generación de MUJA, allá en los años 60, fueron
quienes “revivieron” a Tupaj Katari, introduciéndolo en lenguaje de los
sindicatos campesinos; también entre esa generación emergió la wiphala,
distinta a la que hoy conocemos. Puede decirse que la primera generación del MUJA
tiene mucho que ver con el posicionamiento de Tupaj Katari en la identidad
política aymara, mientras que la segunda generación dio lugar al año nuevo
aymara (también dio lugar a la actual wiphala).
Entonces no se puede entender
el surgimiento de lo que se ha conocido como Año Nuevo Aymara atribuyéndolo
ingenuamente a “sabios”, “amautas” o cosas por el estilo, sino que se debe
tomar en cuenta como los jóvenes aymaras, entre indianistas y kataristas,
buscaron formar referentes de afirmación identitaria en un tiempo en el que el
racismo era más crudo que en la actualidad y en el que, además, se estaban
dando iniciativas internacionales respecto a los “indígenas”. Pero también se
debe tener en cuenta que fueron estos jóvenes quienes, tratando de recrear un mudo
precolonial imaginado, fueron buscando “amautas”[20] y
solo encontraban yatiris, como Rufino Paxi[21],
que rezaban al dios “occidental” y besaban la cruz católica. Entonces, estos
jóvenes aymaras tuvieron que “amautizar” a sus mayores para validar ciertas ideas
preconcebidas.
La fiesta del Año Nuevo Aymara
nos muestra como aquellas cosas que consideramos o han sido posicionadas como ancestrales
están relacionadas a la emergencia de los movimientos indianistas y kataristas,
pero además nos muestra que en el afán de afirmar una identidad, la propia
cultura es transformada[22],
pues no se trata de una simple repetición mecánica desde “tiempos
inmemoriales”.
Los más prejuicios dirán que se
trata entonces de “una farsa”, “un engaño”. Pero si la cosa se mira tan simplistamente,
es más contundente decir, en otro ámbito, que el libertador Simón Bolívar,
presentado así por el Estado Boliviano y que nunca libró una batalla en este
territorio, es una farsa. También podría mencionarse el caso de la noche buena
de navidad, que se dice es cuando nació Jesús y sin embargo no hay ninguna
prueba de ello, entonces se trata de una farsa comercial. En estos dos
ejemplos, de distinta forma, se desarrollan una serie de ceremonias acompañadas
de palabrería que les dan cierta aura.
En el caso que acá nos ocupa,
el llamado Año Nuevo Aymara, no nace como iniciativa de quienes han
administrado casi hereditariamente el Estado boliviano, sino de entre quienes
fueron racializados por ese mismo Estado y en esa condición desarrollaron sus
iniciativas. Pero lo fundamental, desde mi punto de vista, es que en sus
orígenes es un ejemplo, como otros, de como un pueblo muestra sus bríos de
vitalidad no en la forma en la que repite su cultura heredada del pasado, sino
en la capacidad de rehacerse a sí mismo, de reinterpretar y resignificar su
cultura, y en este proceso son los jóvenes quienes tienen un papel protagónico,
como nos muestra el caso del MUJA. Fueron los jóvenes indianistas y kataristas
quienes dieron nueva dinámica a las expresiones culturales aymaras en un
escenario donde decirse aymara era vergüenza y ello implicaba desarrollar, con
muchas complicaciones y contradicciones, una lucha política y de afirmación
identitaria, lo que fue asumido por indianistas y kataristas dentro de las
limitaciones que su tiempo les imponía.
Materiales
citados:
Conversación con Monises
Gutiérrez en el Foro de Autonomías de la Carrera de Sociología (UMSA),
15-06-16. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=o6tdJ4_v9lU
Entrevista a Daniel Sirpa Tambo
la oficina de Pukara, 15-09-14.
Entrevista a Jaime Apaza en la
oficina de Pukara, 10-09-14.
Entrevista a Moisés Gutiérrez
en la oficina de Pukara, 09-09-14.
Fausto Reinaga, Manifiesto del Partido Indio de Bolivia,
Ediciones PIB, La Paz-Bolivia, 1970.
Felipe Quispe, “El indio en escena”, Ed. Pachakuti,
Chukiyawu–Qullasuyu, 1999.
Inka
Waskar Chukiwanka, Origen del actual Año
Nuevo Andino Amazónico. En Pukara nº 119, 2016. Disponible en: http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-119.pd
Pedro Portugal y Carlos
Macusaya, El indianismo katarista. Una
mirada crítica, FES, La Paz-Bolivia, 2016. Disponible en: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/12424.pdf
Sandra Cáceres Copa, Año nuevo aymara: entre recuperación
colonialista y autenticidad qullana, Pukara nº 8, 2006.
Zenobio
Quispe Colque, Machaq Mara o Año Nuevo
Indígena, La Paz, 19 de junio de2012. Disponible en: http://www.asocamerlat.org/machaq%20mara%20o%20ano%20nuevo%20indigena%20enviado%20por%20Zenobio%20Quispe%20Colque%2020junio2012.pdf
[1] Zenobio Quispe Colque, Machaq Mara
o Año Nuevo Indígena, La Paz, 19 de junio de2012. Disponible en: http://www.asocamerlat.org/machaq%20mara%20o%20ano%20nuevo%20indigena%20enviado%20por%20Zenobio%20Quispe%20Colque%2020junio2012.pdf
[2] Fue refundación porque el MUJA se fundó a finales
de los 60 y su proceso se vio truncado por el golpe de Banzer, en agosto de
1971. Juan Condori, Raymundo Tambo y Constantino Lima fueron los fundadores.
Estos personajes formaron lo que se considera la primera generación del MUJA,
mientras que German Condori y Moisés Gutiérrez, junto a otros universitarios
aymaras, formaron la segunda generación de dicha organización.
[3] Más conocido como German Choquehuanca e Inka
Waskar Chukiwanka, pero también uso el nombre K’ara Chukiwanka. Sobre la razón
(posible) del uso de uno de sus nombres se puede señalar que a inicios de los
años 90 se vivía una campaña por los 500 años y entre algunos indianistas y
kataristas surge la idea de “reconstituir” a los incas Atahuallpa y Waskar. Los
“candidatos” habrían sido, según cuenta Jaime Apaza (uno de los fundadores del
MITKA), los líderes más visibles de ambas corrientes, entre mayores y jóvenes.
De entre ellos, médiate una lectura de hoja de coca a cargo de Valentín
Mejillones (entonces ex catequista y en la actualidad preso por narcotráfico) y
Florentino Cáceres, se eligió a Jaime Apaza como “Inka Atahuallpa” y a German
Choque como “Inka Waskar”. Entrevista a Jaime Apaza en la oficina de Pukara,
10-09-14. Es posible que desde entonces German Choque haya usado el nombre de
“Inka Waskar Chukiwanaka”.
[4] Nacido en Warisata, trabajó con la CSUTCB a inicios de los 80, cuando
Jenaro Flores era el máximo dirigente de esa entidad; a mediados de esa misma
década fue parte del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación
(MRTK-L) y formó en la UMSA el grupo SUMA-K.
[5] Conversación con Monises Gutiérrez en el Foro de
Autonomías de la Carrera de Sociología (UMSA), 15-06-16. Puede verse el video
en: https://www.youtube.com/watch?v=o6tdJ4_v9lU
[6] Véase: Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista. Una mirada crítica,
FES, La Paz-Bolivia, 2016, p. 297-298. Disponible en: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/12424.pdf
[7] Entrevista a Daniel Sirpa Tambo en oficinas de
Pukara, 15-09-14. Sirpa también dice que una de esas personas militantes de
izquierda que en aquellos años correteaban a los indianistas en la UMSA, “era del
Partido Socialista, no me acuerdo el nombre de este tipo, creo que ahora es
viceministro o director de alguna cosa; pero ahora anda con su chaquetita [de
aguayo], anda con su colita, anda
mascando coca; pero si era uno de los que entonces hacia escapar a nuestra
gente!” También relata que a inicios de los 80, el Centro Chitakolla llevó adelante un debate de dos jornadas en el
Paraninfo de la UMSA, contando con expositores indianistas, con su postura
“rupturista”, y kataristas, con su postura “conciliadora”. En ese debate, la
izquierda, “los trotskistas, Partido Comunista, Partido Socialista, todos (…)
casi se agarran a golpes” indistintamente con indianistas y kataristas; “era
una pelea casi étnica, los zurdos todos q’aritas y los indios todos indios (…),
entre los zurdos (…) no encontrabas a gente nuestra y si había gente nuestra
entre ellos, evidentemente eran los que pegaban los afiches, eran los pinches
como se dice”.
[8] Conversación con Monises Gutiérrez en el Foro de
Autonomías de la Carrera de Sociología (UMSA), 15-06-16. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=o6tdJ4_v9lU
[9] Inka Waskar Chukiwanka (German Choque Condori), Origen del actual Año Nuevo Andino Amazónico. En Pukara nº 119,
2016, p. 8. Disponible en: http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-119.pdf
[10] Entrevista a Moisés Gutiérrez en la oficina de
periódico Pukara, 09-09-14. En el afán de “mostrar” la “primigenidad” de esta
celebración se ha llegado al punto de señalar que no serían solo cinco mil y
algo más de años (tema que fue aclarado puntualmente por Gutiérrez), sino más
de 160 mil años! Idea problemática pues el Estado más antiguo en estas tierras
se formó hace aproximadamente cinco mil años y fue Caral, que se ubicó en parte
del actual Perú; por otra parte, el continente hoy llamado América fue poblado
desde hace 12 o 25 mil años atrás.
[11] Inka Waskar Chukiwanka,
op. cit., p. 9.
[12] Ibíd.
[13] Felipe Quispe, El
indio en escena, Ed. Pachakuti, Chukiyawu–Qullasuyu, 1999, p. 21 (nota 8).
[14] Quispe apunta los siguientes nombres de quienes
fueron invitados a esa reunión indianista: “Ascencio Bautista, Celestino
Choquehuanca, Rufino Paxi, Fermín Apaza, Manuel Mamani, Adolfo Chambi, etc.”
Ibid.
[15] Inka Waskar Chukiwanka,
op. cit., p. 9.
[16] La elección del lugar tiene que ver con que se
tomó (y aun se hace) el sitio arqueológico más importante de Bolivia, ubicado
en la parte andina, como un lugar sagrado y representativo en la formación de
una idea de nación, pues los indianistas estaban afanados en “demostrar” la
existencia de una nación precolonial en estas tierras. Téngase en cuenta que
Tiahuanaco es un lugar que en la retórica del Estado nacionalista fue presentado
como la “cuna de la nación” a la vez de presentar a los aymaras como sus
constructores. También se debe considerar que, en ese contexto, Tiahuanaco tuvo
un lugar central en los discursos indianistas surgidos en los años 60. Por
ejemplo, en el documento fundacional (1960) del Partido Agrario Nacional (PAN),
la primera organización indianista, se dice: “el indio, aymara o quechua, en
Bolivia, desde los lejanos tiempos del Tiahuanacu y del Incanato, el Colóniaje
y la República, ha sido la columna vertebral de la
nacionalidad”. Citado en Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista. Una mirada crítica, p. 119-120. Otro
ejemplo: en los extractos de algunos documentos que Fausto Reinaga presenta en
su Manifiesto del Partido Indio de
Bolivia se menciona que el Partido Indio de Aymaras y Keswas (PIAK) “se
fundó en Tiawanaku”. Fausto Reinaga, Manifiesto
del Partido Indio de Bolivia, Ediciones PIB, La Paz-Bolivia, 1970, p. 105.
[17] Inka Waskar Chukiwanka,
op. cit., p. 9.
[19] Sandra Cáceres Copa, Año nuevo aymara: entre recuperación colonialista y autenticidad
qullana, Pukara nº 8, 2006, p. 12.
[20] Los militantes del MITKA, por ejemplo, trataron de
formar concejo de amautas, buscando originalidad política, aunque nunca
funcionó en su desenvolvimiento como organización.
[21] Rufino Paxi no es la única muestra del
“amautizamiento” que iniciaron varios jóvenes por esos años, ya que se trató de
un fenómeno que se fue extendiendo y hoy se expresa en la actuación de varias
personas que se presentan como “amautas”, sin jugar ningún papel de esa
naturaleza en sus comunidades o estando totalmente desvinculados de ellas. Por
otra parte, fenómenos similares a este se han dado contemporáneamente, como lo
muestra el caso del señor Gualberto Cusi, llamado en algunos círculos
indigenistas como “Tata Cusi”, siendo así “tataizado”. Podría indagarse cuál
era el posicionamiento de Cusi antes de ser electo o de ser candidato para
magistrado, y cómo, luego de ganar una imagen por la forma en que se vistió
para participar en aquella elección, fue adoptando muy improvisadamente y para
legitimar su confrontación con el gobierno, un discurso “ortopédico” que hoy
defiende a capa y espada.
[22] La lucha liderada por Tupaj Katari y Bartolina
Sisa muestra como los aymaras de entonces se rebelaron contra su propio cultura
política y la transformaron al descabezar a los “caciques”, reconfigurando su
organización en el proceso. La cultura no vive al margen de los procesos
históricos y aunque puede ser formalmente presentada como “sagrada” es “profanada”
constantemente por sus “herederos”.
Nota: El presente trabajo se realizó en base a un
artículo publicado en junio del 2016 y el cual fue reformulado y ampliado entre
diciembre del 2016 y enero del 2017.
Muy interesante la reflexión final, en donde se explicita no solo el caracter histórico que posee el nuevo año Aimara, sino también reflejando de como una cultura que se creia dejada de lado (la de los aimaras) se pudo reconstruir a base de lo que quedaba y el impulso de la juventud aimara... Y el artículo es bastante clarificador al respecto de la relación de año nuevo Aimara y los comercial, algo que ayudo bastante a difundir este evento, y que muchos reproducen sin una reflexión necesaria para pregubtarse por qué se celebra y con qué necesidad surgió dicho día, y mucho menos en qué contexto histórico-político "nació" dicho día, y a mi parecer este escrito deja plasmado estas inquietudes. Felicidades, un gran aporte histórico.
ResponderEliminarEs muy importante puntualizar que actualmente el año nuevo aymara se ha instalado en la mente colectiva como una práctica milenaria que atrae hacia Tiahuanacu turismo nacional y extranjero que son recursos para los comunarios de esa localidad y no solamente eso dentro de la masa de gente que va a celebrar el año nuevo aymara están los jóvenes de diferentes clases sociales que de alguna manera buscan conectarse con su raíces "milenarias". Más allá de considerarse como una falacia esta festividad que nace como iniciativa de jóvenes indianistas y kataristas, ya señalado en este excelente post, ha trascendido. Ahora es trabajo de los siguientes indianistas resignificarlo y convertirlo en un instrumento de politización ya no de nuestros viejos sino de las nuevas generaciones manteniendo ese ajayu vivo de los precursores indianistas
ResponderEliminarHe leído atentamente este y otros escritos, hay un pero que molesta porque los aimaras también son racistas?. De un plumazo se olvidan de los quechuas, porque no están cerca del poder central? Los quechuas señores están presentes en potosí, Oruro, Cochabamba; Chuquisaca, Tarija, y en algunos pueblos en territorio de Santa Cruz y en algunos pueblos de La Paz. Los aimaras están en La Paz y Oruro. Señores aimaras no se hagan los dueños de la fiesta sean inclusivos.
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