Carlos Macusaya
El
19 de abril pasa como cualquier otro día, pero en ciertos ámbitos, marcados por la
discriminación positiva y la culpabilidad criolla (de la mano de la
victimización “indígena”), ha sido tomado como ¡“el día del aborigen americano”!
La excusa para dedicar este día a los sujetos considerados de “otra raza” ha
sido conmemorar el Primer Congreso Indigenista Interamericano (1940). Este
evento puede ser tomado como el inicio de los distintos indigenismos en
Latinoamérica, en tanto políticas estatales de asimilación, y fue perfilado en
1938, en la Octava Conferencia Internacional Panamericana realizada en (Lima-Perú).
Inicialmente se planteó realizar el evento en Bolivia pero la situación
política hizo que se descartara esa posibilidad y se eligió como sede a
Pátzcuaro, México.
Es
llamativo que se dedique un día, partiendo de la culpabilidad criolla, a los
“aborígenes”, “indígenas”, etc., y que el día elegido sea a la vez en
conmemoración a un evento en el que los “indígenas” no participaron y en el que
fueron tratados como el problema que había que resolver, buscando la mejor
manera de negarlos en un proceso de asimilación. Esto parece un sarcasmo
monumental!
Si
consideramos que, desde una situación de poder, la “preocupación” por los “indígenas”
ha llevado debates de toda índole, dando lugar al establecimiento de leyes
destinadas a mantener legalmente las diferencias políticas racializadas que la
colonización estableció, no debería extrañarnos que hayan personas preocupadas
por dar una día a los “indígenas”. Sin duda estos gestos están cargados de
buenas intenciones, pero se trata de un accionar que esta delineado por un
marco ideológico en el que el saber sobre esos “indígenas” y su “naturaleza” es
una construcción basada en prejuicios, estereotipos, miedos, etc., de quienes
definen quienes son y que son los “indígenas”.
En
la relación colonizador-colonizado, alienígena (extranjero) e indígena (natural
del lugar), es el primero quien define al segundo, en función de demarcar y
acentuar las relaciones de poder que se han establecido. De esta situación nace
el indigenismo, como expresión de sectores que definen a las poblaciones
consideradas “indígenas” y las hacen parte medular en sus discursos, pinturas,
novelas, etc., en tanto algo exótico, llamativo y hasta interesante. El
congreso conmemorado en el día del “aborigen americano” es una de las
expresiones indigenistas más representativas y por ello ajena a quienes son
considerados “indígenas”.
Pero
lo insultante y ridículo de dedicar un día a los “aborígenes americanos” o a
los “indígenas” está en que se acentúa la discriminación, alimentado prejuicios
y practicas racistas, que “a primera vista” tienen la apariencia de no serlo.
Como lo he expresado en otras ocasiones: qué tal si le dedicamos un día a los
“blancos”, “el día del blanco”, y tratamos a esas personas como si fueran
inferiores, incapacitados o “menores de edad”. Sé que esto suena ridículo, pero
así de ridículo suena que se “festeje el día del aborigen americano”.
Es
tristemente cómico ver como personas con problemas de identidad, y siguiendo
este tipo de festejos, buscan exhibirse en función de cómo los han estereotipado...
Excelente
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