Por: Carlos Macusaya
El Estado Plurinacional de
Bolivia, cuya sustancia sería la inclusión “indígena”, cumple un nuevo
aniversario, sin bombos ni sonajas, en un año electoral en el que se podría (y
debería) definir su continuidad o su fin. Sin embargo, la “inclusión pluri”, enarbolada
por los masistas, es asumida ingenuamente por sus opositores y no sorprendería
que terminen defendiéndola. Ello pone en evidencia la falta de claridad en la
oposición para enfrentar al MAS y seducir a un segmento importante del
electorado.
Recordemos que cuando Evo Morales
ganó las elecciones presidenciales por primera vez, en diciembre del 2005, se
había consolidado un sentido ordenador de la diferenciación política (no
bilógica): una “mayoría indígena”, marginada del manejo estatal, frente a una
“minoría no indígena”, monopolizadora del Estado. Hoy, a más de una década, ese
sentido se ha diluido y los actores políticos no han logrado establecer otro.
El MAS se ha quedado sin discurso y la retórica de la oposición sobre
“democracia versus dictadura”, hasta el momento, no ha logrado convertirse en
el eje a partir del cual se posicionen los electores en general.
Por su parte, algunos medios de
comunicación y varias ONG’s están esforzándose por posicionar algunos temas que
les significan financiamiento internacional. Es decir que están más preocupados
en cómo captar fondos que en los problemas que hace falta afrontar en el país.
Por ahora sus esfuerzos no han logrado establecer un eje en la disputa
política.
Pero más allá del agotamiento del
discurso masista y de los esfuerzos de opositores y ONG’s, en Bolivia se está
forjando, desde hace más de medios siglo, un proceso de integración nacional
(no plurinacional) y sus principales actores son quienes, según la ocasión, son
indigenizados. En este proceso es estúpido y paternalista hablar de
“inclusión”. ¿Hace falta incluir a quienes construyen el país? Estos actores no
buscan “autonomías indígenas” ni recuperar “saberes ancestrales”; sino que se
desplazan por todo el país (uniéndolo) y lo hacen con el manejo de las
herramientas y conocimientos contemporáneos. Ahí hay un “nicho electoral” al
que la retórica “pluri” del MAS ya no seduce.
Este año de elecciones generales podría
significar el desplazamiento de la retórica “pluri”, considerando el proceso de
integración nacional que vive el país, o su prorroga, con el MAS o sin él. Por
lo pronto, los actores políticos no dan luces al respecto y varios, que se
deslumbraron por la “glorias” del MAS, quedaron desfasados.
Recordemos que, por ejemplo, Félix
Patzi, el “tercero excluido” (después de Santos Ramírez y Abel Mamani, aunque
este último volvió “sin miedo” al MAS), se ofrecía generosamente como candidato
presidencial, asegurando que “un indígena letrado” (¡en Bolivia hay
profesionales aymaras desde inicios de los 70 del siglo pasado!) sacaría a Evo
del poder. De similar manera, Rafael Quispe, el “cholo Juanito” de la política
boliviana (hace reír reproduciendo estereotipos racistas sobre los “indios”), se
presentaba como el candidato ideal para tumbar a Morales, arguyendo que “solo
otro indio va a sacar al indio”. Hoy, Patzi va a las elecciones apostando no a
la presidencia sino a no perder su flamante personería y Quispe anda “enquispezado”
sin perfilar nada serio.
Pero mientras los “indios”
ansiosos por ser EL candidato de la oposición alardeaban de sus insuperables “cualidades”
para tumbar a Morales, asumiendo lo “pluri”, otros trabajaban bajo la mesa. Por
ejemplo, Víctor Hugo Cárdenas viene acomodándose a la situación, haciendo honor
a los usos y costumbres que lo han caracterizado en su vida política. En los 70
profesaba los ideales marxistas (oponiéndolos al “racismo” de los indianistas)
y en los 90 terminó abrazando el multiculturalismo (y el MRTK-L murió), un
antecedente importante para la formación del Estado Plurinacional. Hoy, por
puro pragmatismo (nada raro en él), busca ser un “Bolsonaro indígena”, sumando
apoyos conservadores para perfilar su candidatura.
Por otro lado, como van las cosas,
“está verde” que los Demócratas maduren el “problema nacional” pues ni siquiera
se han atrevido, seriamente, a llegar a La Paz. Encerrados en su provincianismo
blancoide no se han propuesto conquistar las montañas del país y ello responde,
en buena medida, a que se creyeron la retórica “pluri” del gobierno.
El candidato opositor con más
posibilidades se ha quedado, hasta ahora, cómodo en su mesa restringida al
cuateo del criollaje boliviano. Carlos Mesa empezó oficialmente su candidatura
oponiendo “ciudadanos” contra masitas (que para su casta son “indios”) pero no
ha expresado nada serio respecto al proceso que vive el país. No sorprendería
que saliera con algún florero étnico para decorar su “proyecto”, asumiendo lo
pluri.
Si bien en este aniversario del
Estado Plurinacional los del MAS son menos, da la impresión que la oposición
con más posibilidades tiene la aspiración de sacar a Evo pero para continuar
con lo pluri. Se puede decir, a este respecto, que la oposición está asumiendo
las ideas del gobierno y no tiene la capacidad de plantear otras ideas en base
a lo que pasa en el país.
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