lunes, 21 de enero de 2019

Aniversario plurinacional en año electoral


Por: Carlos Macusaya

El Estado Plurinacional de Bolivia, cuya sustancia sería la inclusión “indígena”, cumple un nuevo aniversario, sin bombos ni sonajas, en un año electoral en el que se podría (y debería) definir su continuidad o su fin. Sin embargo, la “inclusión pluri”, enarbolada por los masistas, es asumida ingenuamente por sus opositores y no sorprendería que terminen defendiéndola. Ello pone en evidencia la falta de claridad en la oposición para enfrentar al MAS y seducir a un segmento importante del electorado.

Recordemos que cuando Evo Morales ganó las elecciones presidenciales por primera vez, en diciembre del 2005, se había consolidado un sentido ordenador de la diferenciación política (no bilógica): una “mayoría indígena”, marginada del manejo estatal, frente a una “minoría no indígena”, monopolizadora del Estado. Hoy, a más de una década, ese sentido se ha diluido y los actores políticos no han logrado establecer otro. El MAS se ha quedado sin discurso y la retórica de la oposición sobre “democracia versus dictadura”, hasta el momento, no ha logrado convertirse en el eje a partir del cual se posicionen los electores en general.

Por su parte, algunos medios de comunicación y varias ONG’s están esforzándose por posicionar algunos temas que les significan financiamiento internacional. Es decir que están más preocupados en cómo captar fondos que en los problemas que hace falta afrontar en el país. Por ahora sus esfuerzos no han logrado establecer un eje en la disputa política.

Pero más allá del agotamiento del discurso masista y de los esfuerzos de opositores y ONG’s, en Bolivia se está forjando, desde hace más de medios siglo, un proceso de integración nacional (no plurinacional) y sus principales actores son quienes, según la ocasión, son indigenizados. En este proceso es estúpido y paternalista hablar de “inclusión”. ¿Hace falta incluir a quienes construyen el país? Estos actores no buscan “autonomías indígenas” ni recuperar “saberes ancestrales”; sino que se desplazan por todo el país (uniéndolo) y lo hacen con el manejo de las herramientas y conocimientos contemporáneos. Ahí hay un “nicho electoral” al que la retórica “pluri” del MAS ya no seduce.

Este año de elecciones generales podría significar el desplazamiento de la retórica “pluri”, considerando el proceso de integración nacional que vive el país, o su prorroga, con el MAS o sin él. Por lo pronto, los actores políticos no dan luces al respecto y varios, que se deslumbraron por la “glorias” del MAS, quedaron desfasados.

Recordemos que, por ejemplo, Félix Patzi, el “tercero excluido” (después de Santos Ramírez y Abel Mamani, aunque este último volvió “sin miedo” al MAS), se ofrecía generosamente como candidato presidencial, asegurando que “un indígena letrado” (¡en Bolivia hay profesionales aymaras desde inicios de los 70 del siglo pasado!) sacaría a Evo del poder. De similar manera, Rafael Quispe, el “cholo Juanito” de la política boliviana (hace reír reproduciendo estereotipos racistas sobre los “indios”), se presentaba como el candidato ideal para tumbar a Morales, arguyendo que “solo otro indio va a sacar al indio”. Hoy, Patzi va a las elecciones apostando no a la presidencia sino a no perder su flamante personería y Quispe anda “enquispezado” sin perfilar nada serio.

Pero mientras los “indios” ansiosos por ser EL candidato de la oposición alardeaban de sus insuperables “cualidades” para tumbar a Morales, asumiendo lo “pluri”, otros trabajaban bajo la mesa. Por ejemplo, Víctor Hugo Cárdenas viene acomodándose a la situación, haciendo honor a los usos y costumbres que lo han caracterizado en su vida política. En los 70 profesaba los ideales marxistas (oponiéndolos al “racismo” de los indianistas) y en los 90 terminó abrazando el multiculturalismo (y el MRTK-L murió), un antecedente importante para la formación del Estado Plurinacional. Hoy, por puro pragmatismo (nada raro en él), busca ser un “Bolsonaro indígena”, sumando apoyos conservadores para perfilar su candidatura.

Por otro lado, como van las cosas, “está verde” que los Demócratas maduren el “problema nacional” pues ni siquiera se han atrevido, seriamente, a llegar a La Paz. Encerrados en su provincianismo blancoide no se han propuesto conquistar las montañas del país y ello responde, en buena medida, a que se creyeron la retórica “pluri” del gobierno.

El candidato opositor con más posibilidades se ha quedado, hasta ahora, cómodo en su mesa restringida al cuateo del criollaje boliviano. Carlos Mesa empezó oficialmente su candidatura oponiendo “ciudadanos” contra masitas (que para su casta son “indios”) pero no ha expresado nada serio respecto al proceso que vive el país. No sorprendería que saliera con algún florero étnico para decorar su “proyecto”, asumiendo lo pluri.


Si bien en este aniversario del Estado Plurinacional los del MAS son menos, da la impresión que la oposición con más posibilidades tiene la aspiración de sacar a Evo pero para continuar con lo pluri. Se puede decir, a este respecto, que la oposición está asumiendo las ideas del gobierno y no tiene la capacidad de plantear otras ideas en base a lo que pasa en el país.

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