Por: Carlos Macusaya.
El muy conocido cineasta
boliviano Jorge Sanjinés, al referirse a la gran movilización alteña del año
2003, dice en una entrevista: “llamaba la atención que en los bloqueos, en las
marchas siempre estaban alabando a sus grandes héroes: Zarate Willka, Tupac
Katari, Bartolina Sisa”.[1] Dejando de lado eso de
“sus”, la observación de Sanjinés debería llevarnos a una pregunta básica: ¿Qué
sucedió para que los muertos “revivieran” en la memoria de quienes luchaban en
la “guerra del gas”? Acá no se trata de una “memoria larga” escrita en los
genes de los “indios”, sino de un
proceso de resignificación del pasado que se dio a partir de los años 60.
Tengamos en cuenta que después de
la “revolución nacional” de 1952, los “campesinos” solían decir “wiwa Wictur
Paz” (viva Víctor Paz) y que fue desde los años 60 que algunos “indios” empezaron
a gritar: “viva Tupaj Katari”, ya en los años 70 se empezó a oír: “jallalla Tupaj Katari”. Con el transcurrir
de los años y gracias al esfuerzo de muchos jóvenes –acá no jugaron ningún
papel ni “sabios” ni “ancianos indígenas”–, Tupaj Katari y otros líderes
“indios” fueron irrumpiendo en el imaginario colectivo y tomaban cuerpo en los
gritos de guerra de la “indiada”. Fueron los indianistas, seguidos por los
kataristas, quienes “revivieron” a los guerreros muertos en luchas pasadas para
fortalecer luchas del aquel presente. Esta “resurrección provocada” es parte de
aquello que indianistas y kataristas lograron forjar en sus luchas y es parte
de lo que nos han heredado.
Pero los actores, las
organizaciones, los problemas y las lecciones que están íntimamente implicados
en todo ese proceso de “vivificación de muertos”, hoy son desconocidos por la
inmensa mayoría de quienes se dicen “indígenas”. Alguien que en los recientes
años “redescubrió su identidad” no tiene idea de quien fue Raymundo Tambo o
Luciano Tapia, no sabe de los problemas entre el MITKA y el MRTK, pero suele
repetir que “los indígenas siempre luchamos por defender nuestra cultura” o
suele nombrar a Tupaj Katari, tratando de mostrar que sabe algo de “nuestra
historia”.
Acá pasa algo paradójico: los
indianistas y kataristas, quienes lograron “desenterrar la historia india”, y
al hacer esto hicieron historia, hoy son enterrados en el olvido y el anonimato
con las constantes y vacías alusiones a “nuestra historia”. Pareciera que los
“muertos que revivieron” gracias a la lucha indianista y katarista, hoy son la
tierra bajo la cual se está enterrando a quienes, desde los años 60, lograron
establecer un sentido de continuidad entre la lucha “india” contemporánea y las
luchas del pasado.
Ciertamente que en la actualidad
uno de los personajes de ese proceso de “vivificación de muertos” es ya muy
conocido, estoy refiriéndome a Fausto Reinaga. Pero todo ese proceso y lucha no
se puede reducir a una sola persona. El hecho de que Reinaga sea hoy conocido
tiene que ver con un aspecto muy importante: dejo libros escritos. Reinaga fue
muy importante, no como líder ni organizador, esas no fueron cualidades suyas,
sino como productor de un discurso, el indianista, que interpeló crudamente a
quienes vivía la racialización.
De los pocos trabajos que han
escrito los mismos actores de este proceso iniciado desde los años 60 se puede
destacar la autobiografía de Luciano Tapia, titulada Ukhamawa jakawisaxa (Así es nuestra vida) y publicada en 1995. Otro
trabajo de mucho valor testimonial es el de Felipe Quispe, el cual titula El indio en escena (1999) y que es,
desde mi punto de vista, lo mejor que ha escrito “el Mallku”. No hace mucho,
Nicomedes Cejas, quien fue parte del MRTKL, publicó un libro titulado: Katarismo y descolonización. La insurgencia
democrática del indio (2014). Lamentablemente otros personajes muy importantes
en nuestra historia de la segunda mitad del siglo XX no dejaron escritas sus
propias experiencias de lucha y reflexiones, además, muchos investigadores y
“especialistas” en temas “indígenas”, como Silvia Rivera, deliberadamente omitieron
cualquier referencia a ellos. Es decir que mientras habían “indios” que se
esforzaban por forjar una conciencia política atreves de la reinterpretación de
la historia, también habían “q’aras” que se esforzaban por que esos “indios”
queden expulsados de la historia.
Muchos de los actores de este
proceso de “politización de la etnicidad” en los andes han ido muriendo casi en
el total anonimato. En este año, pocos días después de un encuentro indianista
llevado a cabo a finales del mes de mayo en el Hotel Torino (La Paz), falleció Marcos
Marín Mamani, quien fue militante del Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA). Empero, aun se puede encontrar a muchos de los actores de aquellos movimientos de
politización, como Constantino Lima, uno de los fundadores del MITKA; Germán
Choquehuanca, padre de la actual whipala. Incluso he llegado a enterarme de que
Isidoro Copa, quien escribió un documento del MITKA en el que se diferencia
entre indianismo y “reinaguismo” y que fue publicado en Presencia (1978), vive
en un barrio paceño.
Se podría intentar hacer un escueto
listado de estos luchadores, pero de los tantos personajes involucrados en este
proceso quiero hacer algunas referencias a Nicolás Calle Mamani[2], quien fue parte de
Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA), organización política indianista que
empezó a funcionar en la primera mitad de los años 70 y se fundó formalmente el
abril de 1978. Don Nicolás Calle nació el 24 de abril de 1943 en
Chunchuamaya-Moco Moco, segunda sección de la provincia Camacho (La Paz).
Cuando tenía 9 años su madre murió debido a que le cayó un rayo; desde
entonces, cuando Nicolás veía nubes en el cielo o escuchaba truenos se
asustaba mucho, a tal punto que su familia decidió enviarlo a La Paz para que
este en otro ambiente. Ya en la ciudad vivió en el barrio de San Pedro, cerca
de la plaza Líbano, y se sostenía trabajando como vendedor ambulante. Cuando
tenía 17 años cumplió con el servicio militar, siendo destinado a Caranavi. Al
terminar esa etapa de su vida vuelve a La Paz y se entera del proyecto de
colonización en Alto Beni; se las arregla para llegar hasta el lugar y ser
parte del Núcleo Tres de colonización.
En Alto Beni se relaciona con una
organización de izquierda: “Estaba con los jóvenes del Partido Comunista… un
tal Gonzales”[3].
Eran los últimos días del gobierno del MNR y Nicolás Calle ya era dirigente,
pues ejercía el cargo de Secretario de Prensa y Propaganda en la Federación de
Colonizadores. El general Barrientos, una vez que logra hacerse de poder
mediante un golpe de estado, solía viajar en un helicóptero a diferentes
lugares del país y en una ocasión se dirigió a Alto Beni. Los colonizadores al
saber de la visita de Barrientos nombran a Nicolás Calle, por su fama de ser
“hablador”, para que sea él quien de las palabras de bienvenida. El joven Calle
acepta y el día del acto da las palabras correspondientes y Barrientos lo
lleva junto a otros dirigentes en su helicóptero rumba a La Paz. Ya en la
ciudad, los dirigentes campesinos, según Calle, firman el Pacto
Militar-Campesino con Barrientos: “el Pacto Militar-Campesino yo no aceptaba.
Decía que firme; no, no voy a firmar le dije yo… y me tenían jaque los de la
derecha, los golpistas… sabían que era del Partido Comunista… me estaban
haciendo un seguimiento”[4].
Fue en Alto Beni donde Calle
conoció a Luciano Tapia, personalidad del indianismo que años después lideraría
una de sus corrientes. Lo que Nicolás recuerda de ello es que fue Tapia quien
le dio los libros de Fausto Reinaga: “he leído eso, me ha prestado… Aquí esta
pues dije yo… porque hablaba lo que es. Que son los curas, que somos nosotros,
somos feligreses… y siempre tiene que ser obispo un q’ara… un general, un coronel
tiene que ser de su misma casta y nosotros que somos? Somos tropa”[5]. Las lecturas de esos
libros influyen en Calle de tal manera que se distancia del Partido Comunista
donde no encontraba análisis sobre las problemáticas que le planteaba el
indianismo de Reinaga. El problema de la racialización, el problema de las
jerarquías expresada en quienes eran generales, curas, etc. y que los “indios” siempre
estaban en posiciones subordinadas, impacta en Calle: “Carajo, como es posible
esto… Es verdad, hasta hoy día pues”.[6]
Por un tiempo, en los primeros
años de los 70, se relacionó con Fausto Reinaga y Carnero Hoke, pero el asunto
no prosperó. También se vinculó al Centro de Coordinación y Promoción del Campesinado,
MINK’A. Recuerda que en las oficinas de MINK’A, durante la dictadura de Banzer,
se reunían para hacer discusiones políticas entre tres sectores claramente
diferenciados: por una parte, el sector de Genaro Flores, quienes hablaban de
ser revolucionarios y no “indios”, hablaban de “lucha armada y ¿dónde está la
lucha armada?, hasta awra no pueden producir la lucha armada”; otro sector era
el de José Ticona, quien planteaba “el nacionalismo Tupaj Katari”, y el tercer
sector era el del MITKA, que tenía un antecedente ya desde que Calle se
relacionó con Luciano Tapia.
Los diferentes congresos que el
MITKA tuvo desde su fundación oficial, en abril de 1978, fueron dirigidos por
don Nicolás: “Todo los congresos he siw presídium… Todos los congresos del
MITKA he dirijiw yo”[7]. También llegó a ser
diputado suplente de Julio Tumiri y a consecuencia del golpe de García Mesa
salió del país como exiliado. Al retornar a Bolivia incursiona en la dirigencia
sindical en su provincia y tras la división del MITKA, toma partido por el
MITKA-1 dirigido por Constantino Lima, distanciándose así de Luciano Tapia,
quien dirigió la otra corriente del MITKA, junto a Felipe Quispe, entre otros. En
1984 trabajó en CHITAKOLLA como responsable de varios cursillos impartidos
en distintos sectores de Bolivia por esa institución.
En el transcurrir del tiempo,
desde la formación del MITKA y su división, los problemas organizativos y de
liderazgo fueron haciéndose más fuertes
en el indianismo. Si el MITKA se funda el 1978, en 1979, varios jóvenes que
eran parte del MITKA, entre ellos Germán Choquehuanca, Sebastián Mamani, Ramón
Conde, etc., se alejan y forman el PARTIDO INDIO (PI). Ya en 1984, el MITKA-1
tenía muchos problemas, que se arrastraban desde tiempo atrás, entre el
dirigente Constantino Lima y los otros miembros del partido. Esta situación
lleva a la realización del I Congreso Nacional
Extraordinario del MITKA-1 en Cochabamba (del 10 al 13 de septiembre de
1984). En este evento Nicolás Calle es elegido como el nuevo Mallku Ejecutivo
Nacional[8] y Constantino Lima es
desplazado.
Don Nicolás también se relacionó
con el sector de Felipe Quispe, pues así como había problemas en el MITKA-1
también los había en el MITKA dirigido por Luciano Tapia. Si Calle fue quien se
esforzó por dar estabilidad y coherencia al MITKA-1, Quispe fue quien dio el
tiro de gracia al MITKA de Tapia formando la Ofensiva Roja de Ayllus
Tupakataristas. Nicolás Calle recuerda que desde los inicios del MITKA “al
Felipe Quispe le gustaba la lucha armada… le gustaba estar puntual, escribía,
le gustaba hacer trabajo; activo era”[9]; también menciona que en
los inicios del EGTK estuvo relacionado a tal organización: “algunas experiencias
he aprendiw en la cuestión del lucha armada, pero no profundamente… no he
participado en sus intervenciones”[10].
La experiencia indianista, vista
a la distancia del tiempo por Nicolás Calle, le permite plantear observaciones
muy críticas sobre los problemas implicados, observaciones que ya comenzaban a
florecer en los tiempos del MITKA-1. Si bien muchos “blancos” de izquierda
descargaron su racismo contra los indianistas, también estos respondieron de la
misma manera, lo que los llevó a un encierro y a la imposibilidad de construir
alianzas que les permitieran ir más allá de sus limitaciones. No todos los
“q’aras” escupían desprecio por los indios: “Al MITKA ha venido gente, ha
habido de Sopocachi de Calacoto, de prensa, abogados, todo eso querían cooperar.
Si le escupíamos nosotros qui cosa va cooperar…”[11].
Calle entiende que uno de los
personajes que incidió mucho en el indianismo, pero en sentido degenerativo,
fue Constantino Lima, quien en el MITKA-1 exigía: “aquí puro indios”[12]. Nicolás ve esa exigencia
de manera muy crítica: “Si ese indio no tiene capacidad como va conducir… Que
va a ser como ese Constantino racista… con ese no hacemos nada… Yo creo que
esto es chiquillada para mí: estar hablando de ‘blanco’ y esto... Que
mierchica! eso no es propuesta pues”[13].
Pero además de estar muy
involucrado y comprometido con los movimientos indianistas, Nicolás Calle
también incidió, de “modo indianista”, en otros ámbitos. Él, hace más de
cuarenta años atrás, fue uno de los fundadores de la zona Tupaj Katari en El
Alto, siendo dirigente del lugar por más de trece años consecutivos, y fue
quien puso el nombre a la zona: “Buscamos los nombres, que se va llamar la
zona… yo lo propuse Tupaj Katari… habido proposición de varios nombres: Simón
Bolívar, Pedro Domingo”[14]; al final Calle logra que
el nombre de guerra de Julián Apaza sea el nombre de la zona. El mercado del lugar
se llama Bartolina Sisa, la escuela lleva el nombre de Tupaj Katari, la plaza
tiene un monumento a Julián Apaza y lleva el mismo nombre, además las calles
tienen nombres aymaras, todo ello por el esfuerzo de este incansable
indianista.
En la actualidad (2014), don
Nicolás Calle Mamani es Vicepresidente de Asociación de Adultos Mayores de
Bolivia (ANAMBO) y en El Alto es el presidente de la Asociación de Adultos
Mayores Tupaj Katari-Bartolina Sisa. El nombre de la organización que dirige en
El Alto nos muestra que don Nicolás “no puede” con su carácter indianista, pues
fue él quien propuso que tal organización lleve los nombres Katari y Bartolina.
Como don Nicolás hubo muchos personajes que le dieron los mejores años de sus
vida a la lucha indianista y katarista. Fueron muchos jóvenes, en aquel entonces,
quienes forjaron una identidad política que de a poco y con muchas
complicaciones fue articulando a los sujetos racializados como sujetos
políticos.
Articulo publicado en el Pukara nº 99.
[1]
Entrevista a Jorge Sanjinés, en revista La
Migraña, nº 2, 2012, p. 93.
[2]
En la revista Willka nº 5 (El Alto-Bolivia, noviembre, 2011), se puede
encontrar una entrevista a don Marcos Marín, en la cual se encuentran aspectos
testimoniales de su vida y lucha.
[3]
Entrevista a Nicolás Calle, 3 de septiembre en la zona Tupaj Katar (El Alto),
Mercado Bartolina Sisa, 10:30 am.
[4]
Ibid.
[5]
Ibid.
[6]
Ibid.
[7]
Ibid.
[8]
También se puede mencionar otros nombres y sus cargos: Alejandro Bedoya, Mallku
de Finanzas; Pedro Portugal, Mallku Relaciones Internacionales; Víctor Reynoso,
Mallku Juventudes y Julia Ramos, T’alla de Organización Femenina, entre otros.
Véase Wiñaymarka, Conclusiones y
resoluciones del I Congreso Nacional Extraordinario del MITKA-1, 1984.
[9]
Entrevista a Nicolás Calle…
[10]
Ibid.
[11]
Ibid.
[12]
Ibid.
[13]
Ibid.
[14]
Ibid
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