domingo, 15 de marzo de 2020

Mesa, el segundo de ayer y hoy



Por Carlos Macusaya

Se ha publicado una nueva encuesta de Ciesmori, la cual, una vez más, favorece al MAS con un 33.3 % de la intención de voto. El segundo lugar, por una diferencia de 15 puntos con respecto al primero, lo ocupa Comunidad Ciudadana con un 18.3 %. Es decir que Carlos Mesa vuelve a ocupar, en la tendencia, el segundo lugar, como ya sucedió el pasado año.

En las encuestas previas a las elecciones del 2019 el primer y segundo lugar fueron ocupados por el MAS y CC, respectivamente. El MAS estaba en el gobierno y CC tenía a Sol.Bo como parte fundamental de su estructura electoral. Hoy el MAS está en la “resistencia” y Sol-Bo abandonó a Carlos Mesa. Ambos están en una situación de desventaja en relación a su anterior participación y aun así, en la intención de voto, ocupan el primer y segundo lugar, nuevamente.

En el caso del MAS, a pesar de no contar con la participación de su binomio histórico (Evo Morales - Álvaro García), conserva un cierto funcionamiento de buena parte de las estructuras organizativas sindicales y partidarias con las que gobernó. Se podrían agregar otros apuntes al respecto pero, en esta ocasión, me interesa lanzar algunas observaciones sobre la candidatura de Carlos Mesa.

Recordemos que en las elecciones del 2019, tras los primeros resultados, nadie salió a decir que Mesa ganó la contienda; sino que, sus partidarios y ocasionales aliados, empezaron festejando una segunda vuelta. Es decir, festejaban el segundo lugar (Luego vino lo del TREP y todo el asunto que hasta ahora, en el país, no se dignan a esclarecer de manera oficial).

Esa era la tendencia de la intención de voto y hasta donde se pudo ver no varió en lo sustancial el día de las elecciones. La apuesta de CC era obtener una diferencia menor al 10 % con el MAS para lograr un balotaje. No apostaron por ganar las elecciones y eso se notó en su propia campaña. Su eslogan “Ya es demasiado”, por ejemplo, mostró una campaña en la que no se priorizó seducir a potenciales votantes, sino a desgastar al MAS. Pero concentrase en restarle votos a un rival no garantiza que esos votos vayan a favorecerlo a uno y, además, CC no mostró interés ni se esforzó por llegar a otros sectores sociales.

Con una campaña de ese tipo a Mesa y a los suyos, muchos de ellos circunstanciales, no les quedó otra que apelar al “voto útil”, como diciendo: “está bien, no creen en mí, pero por lo menos denme su voto para que el MAS no siga en el poder”. En otras palabras, no estaban preocupados por ganar las elecciones porque no tenían la fuerza para ello, a pesar de que tenían un importante apoyo; querían llegar a una segunda vuelta para verse favorecidos por el voto antimasista que no lograban cautivar.

En Santa Cruz, a pocos días de las elecciones, los cívicos dieron un giro e hicieron campaña por el “voto castigo” al MAS. El candidato cruceño Oscar Ortiz estaba, en la intención de voto, en el tercer lugar en su propia ciudad y en esa situación fue dejado de lado y se apostó por el “voto castigo”, que, por las circunstancias, favorecía a Mesa, pero no porque apostaran por él, sino porque no tenían otra opción. En ese momento su apuesta era sacar a Evo Morales como sea, aunque para ello tuvieran que votar por Carlos Mesa.

Mesa en estas elecciones sigue con su actitud señorial y no da señales de querer disputar otros nichos electorales. Así, con las diferencias de contexto, sigue “segundeando” en la intención de voto como sucedió el 2019, pero ahora tiene alguien que no solo podría pisarle los talones, sino que incluso podría desplazarlo: Añez. Claro que para ello haría falta que Fernando Camacho se retire de la contienda, lo que daría lugar a que la intención de voto que lo favorece en Santa Cruz, en su mayoría, se vuelque en favor de Añez. Si esa fuera la situación, Mesa, el segundo de ayer y hoy, puede ser el tercero de mañana.

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